- No. – Dije limpiándome la cara.
- Bueno, entonces bajemos que la comida se enfría. – dijo.
Bajamos luego de almorzar, terminamos de instalar un par de
cosas más y luego fuimos a recorrer el barrio.
Luego de hacer un par de compras para la noche volvimos,
Malena hizo una cena rápida y luego a dormir. Mañana iría a la escuela.
Me desperté a las 7:30 tenía tiempo de ducharme, total la
escuela estaba cerca. Luego de ducharme revise el placar para ver que me
pondría. No me decidía… Que se supone que me tenía que poner.
- Carina el desayuno está listo. – Dijo Malena desde la
puerta.
- Malena…- Dije antes de que se vaya.
- ¿Si?
- ¿Me podrías ayudar? – dije y ella entró.
- ¿Que sucede? – Preguntó.
- No sé que ponerme, esto es nuevo para mí. – dije confundida.
- Veamos… - Dijo hurgando el placar. – Que te parece esta
remera con esta linda pollera.
- Yo jamás uso pollera. – Dije seria.
- Entonces pruébatelo.
Le hice caso. Me sentía rara… no estaba acostumbrada a esto.
- Te queda hermoso – Dijo sonriendo.
- ¿Segura? – Dije.
- ¡Si! – Exclamó entusiasmada.
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Malena me peino y me maquillo, pero no exageradamente. Cuando
terminó me vi en el espejo.
- ¿Esta soy yo? – Dije enfrente del reflejo.
- Te ves divina.
- Sesee lo que digas, ¿Vamos a desayunar?
- Claro.
Bajamos, Gabriel estaba desayunando cuando me vio abrió grande
sus ojos.
- ¿Y esta chica quién es? – dijo bromeando.
- Ya cállate ¿Si? – Le dije riendo pero él sabía que no le
convenía burlarse mucho.
- Carina lo primero que harás será localizar a Sebastián. ¿Tienes
idea de cómo es él? – preguntó Malena.
- Em… no. ¿Pero cuántos años tiene? – dije tomando un sorbo de
café.
- Tiene 16. – Dijo Malena.
- ¿Como haré para reconocerlo? – Pregunté.
- Toma. – me dio una foto actual. – Es él. – Dijo.
Dejé mi taza en la mesa y tome la foto. Un chico alto, con
cabello alocado, ojos cafés y sonrisa deslumbrante. “Esta guapo” pensé.
Inmediatamente reprendí mi pensamiento, él era mi víctima.
- Acércatele lo más que puedas, tienes que ganarte su
confianza. – dijo Malena.
- Entendido.
Tomé mi bolso y camine hasta la escuela. Iba un poco lento,
los zapatos estaban muy altos. “Malditos zapatos” pensé.
Llegué había un par de chicos afuera, miraba para todos lados
buscando a mi presa. Nada.
Entré todo el mundo me miraba, odiaba ser el centro de
atención. Me dirigí a la oficina del director para las indicaciones. Cuando
salí me tocaba historia, “salón 26” según la secretaría.
- 45… 32… ¿Donde mierda esta el 26? – Me decía a mi misma.
- Hola. – Me dijo un chico. – ¿Estas perdida?
- Si, no encuentro el salón 26. – Le dije.
- Si quieres te acompaño, yo voy en ese salón. – Sonrió.
- Este bien. – Dije y comenzamos a caminar.
- y… ¿Cómo te llamas? – Dijo un poco nervioso.
- Carina Bejarano. – Mentí. Nadie debía saber mi verdadero
nombre. – ¿Y el tuyo? – pregunté por cortesía.
-Pablo Arce. – Sonrió. – ¿Eres nueva en la ciudad?
- Si, algo así…
Llegamos al salón él se fue con par de amigos y yo me quedé en
un asiento sola.
Mensajes:
De: Carina
Para: Malena
-Ya estoy en la escuela.
De: Malena
Para: Carina
Para: Carina
- Señales de Henderson?
De: Carina
Para: Malena
Para: Malena
- Aún no.
Mientras mandaba mensajes veía por el rabillo del ojo como Pablo
y sus amigos me miraban.
Tocaron el timbre y la maestra entró al salón.
- Buen día clase… Saquen sus cuadernos y… - Se detuvo. – Oh
veo que tenemos una alumna nueva. Srta. ¿Cómo es su nombre? – preguntó.
- Carina Bejarano. – Contesté cortante.
- Bueno mi nombre es Miriam Norris y en mi clase no se toleran
los celulares. Espero que no se repita. – Todos me miraban atentamente.
- Disculpe. No volverá a suceder. – Sonreí falsamente y guardé
mi celular.
- Muy bien. Continuando con la clase, la semana pasada
quedamos en la segunda guerra mundial. – Parloteó. – Y Necesi – La
interrumpieron.
- Disculpe Sra Norris, se me hizo tarde… —