- Nonono. – Dijo Malena arrebatándome el teléfono.
- Dámelo
- ¡NO! Tú deja de ser extremadamente celoso, así no son las
cosas Gabriel. – Dijo señalándolo. – Y tú, deja de hacer problema por todo. –
Dijo señalándome.
- ¿Cómo? – Dijimos los dos al unísono
- Estoy harta de tantas peleas. – Dijo.
- Tienes razón Malena, perdona. – Dijo Gabriel.
- Creo que sí es verdad. – Dije. – Lo siento.
- Carina vete a la cama, debes descansar. – Dijo calmada. – Tú
y yo tenemos que hablar. – Le dijo a Gabriel subiendo una ceja.
Deje que ellos dos hablaran y subí a mi habitación a
descansar. Quería relajarme y dormirme rápido realmente estaba confundida. ¿Por
qué mierda tenía ganas de besar a Sebastián? Es que jamás había sentido tal
cosa por un chico. Menos por mis victimas y no es que sea con el primer chico
de mi edad con el trato… Ya he pasado miles de veces por misiones como estas y
justo en esta me suceden cosas extrañas.
Finalmente me dormí.
A la mañana siguiente:
Me desperté por los rayos de luz que entraban por el balcón. Gabriel
había corrido las ventanas y estaba destapándome.
- Hey es temprano para ir a la escuela… - Dije entre dormida.
- Hoy no iras a la escuela Cari. – Dijo hurgando el placar.
- Y entonces ¿Por qué me despiertas tan temprano?.
- Toma, ponte esto y salgamos rápido. – Me tiró la ropa.
- ¿Que es lo que sucede? – Dije levantándome.
- El Sr. Estevanez tiene una junta con sus socios. – Dijo
saliendo.
Me metí rápido en el baño, me lavé los dientes, la cara y me
cambié.
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En la mochila puse una cámara, una grabadora, dos armas,
balas, y un par de máscaras por las dudas, para que no nos reconocieran.
Salimos callados sin despertar a Malena, realmente esta
cansadísima.
Con Gabriel llegamos lo más rápido que pudimos a la casa y
saltamos por las rejas.
- Muy bien Cari. – Dijo Gabriel. – Busquemos una entrada.
Nos desplazamos Hasta el fondo y encontramos la puerta de la
cocina abierta. Entramos lo suficientemente cautelosos para que no nos
escucharan y las voces de hombres nos guiaron al lugar. Un saló lleno de
hombres más o menos de la edad del señor Estevanez con trajes.
- Cari cúbreme la espalda mientras grabo la conversación. –
Dijo sacando la grabadora de la mochila.
Saqué un arma y la cargué con 6 balas por las dudas. Me quedé
vigilando que nadie viniera.
- Mi hijo Sebastián Estevanez será el sucesor, me temo que por
cuestiones de salud no podré seguir en el negocio. – Dijo Quique
- ¿Sebastián sabe que estará a cargo de este negocio? –
Preguntó un hombre desconocido.
- Aún no lo sabe, pero sabe que trabajo de esto y sabe el
peligro que corre. – Dije Quique. – En lo más posible trataré de comunicarle
hoy.
- Sr Estevanez, obtuvimos la información de una agente anda
por detrás de su hijo.
- Si, yo también he escuchado eso, pero ya hablé con Sebastián
de eso y sabe perfectamente lo que tiene que hacer.
- También tuvimos un problema con los del norte… La policía
nos encontró, perdimos una gran cantidad de mercancía y cuatro de los nuestros
quedaron detenidos.
- ¿No los sobornaron?
- No aceptaron una sola moneda.
- No se preocupen los sacaré de la cárcel, pero necesito más
mercancía…
Gabriel continuó grabando la conversación hasta el final.
- Muy bien señores, es lo único que tenía para comunicarles…
Pueden retirarse. – Dijo Quique levantándose.
- Gabriel, vámonos… Ya terminaron. – Dije tomándolo del brazo.
- Apúrate… ya vienen. – Salimos corriendo.
Salimos por la misma puerta
- Alto – Susurró Gabriel. Una empleada casi nos descubre.
Saltamos la reja y salimos corriendo para casa de Malena
Cuando llegamos a la casa, ella estaba en pijama preparando el
desayuno.
- Bueno días – dijo bostezando.
- Ho… Ho…Hola. – Dijo Gabriel mirándola.
- Deja de babear el piso. – Le pegué en el hombro. Malena sólo
rió
- ¿Donde fueron? —