Una chica rubia me miraba amablemente.
- Hola. – Dije y volví mi mirada al cuaderno.
- ¿Puedo sentarme junto a ti? – preguntó tímida.
- Claro.
- ¿Tú eres la chica nueva del que toda la escuela habla?
- Al parecer sí.
- Mi nombre es Anabel y ¿El tuyo?
- Carina. – Sonreí, la chica me agradaba.
Comenzamos a conversar, era la primera vez en toda mi
adolescencia que conversaba con una chica de mi edad sin ser fría y cortante.
- Veo que ya tienes a Pedro y sus amigos a tus pies – rió.
*¿Pedro?* pensé, hasta que luego comprendí que era Esteva…
Tendría que estar atenta.
- ¿Como que a mis pies? – Dije confundida.
- Tú sabes… Que están embobados contigo.
- Am y ¿Tú como sabes eso?
- Es obvio, mira disimuladamente. – Dijo hablando en susurro.
– Los 3 están mirando hacía aquí, cuchichean cada moviendo que haces. Y apuesto
a que Pedro ya trató de besarte. Pablo trató de ser amable y caballeroso y Juan
comenzó a pedirte cosas prestadas solo como excusa para hablarte. Y si aún no
lo hacen, lo harán pronto. – Dijo sonriendo.
- Wow… ¿Eres adivina o qué? – Dije riendo.
- No es eso. – Dijo riendo. – Son años de convivir con ellos,
los he visto hacer eso cada vez que ven a una chica linda nueva. Excepto Pedro..,
él es nuevo. – añadió rápidamente.
- ¿Y cómo sabes que trató de besarme? – Dije aún más
confundida.
- La semana pasada lo hizo con casi todas. Conmigo también. –
Hizo una cara de asco. – No digo que sea feo. Sólo que no es mi tipo.
- Oye… Me caes bien. – Dijo sonriendo. – ¿Almorzamos juntas? –
Pregunté ya que el timbre había sonado.
- Claro. – Me dijo sonriendo.
Mientras caminábamos me contaba cómo eran los profesores, los
alumnos, el director, etc.
- Ella es Victoria. – Dijo apuntando disimuladamente. – Nunca
jamás te cruces en su camino, ella es malvada. – Continuó.
- Ok. - *No sabe con quién se mete* pensé y reí por mi
pensamiento.
- ¿Que es tan gracioso? – Dijo sonriendo.
- Nada, nada… sólo pensé algo. – Dije. – Su ropa combina con
su cara… es igual a un mono. – Dije. Reímos las dos.
- ¡Hey! – Exclamó. – Esa estuvo buena. – Me felicitó.
Fuimos hasta la cafetería. Una vez allí escogimos nuestro
almuerzo y nos sentamos en una mesa apartada de todos los escandalosos.
-¿Disculpen, nos podemos sentar con ustedes? – Dijeron unas
voces atrás.
- Claro. – Dijo Anabel.
Estevanez y sus tontos amigos estaban con una sonrisa de oreja
a oreja.
- Hola Carina. – Dijo Pablo con una hermosa sonrisa. – Espero
que no te moleste que me siente cont… - Estevanez lo empujó.
- ¡Aléjate! Yo me sentaré a su lado. – Dijo con una sonrisa
victoriosa.
- Ni lo sueñes… - Dijo Pablo devolviendo el empujón.
- ¡Hey! – Grité. Los dos me miraron. – Por qué no se sientan
una de cada lado… - Dije. – Al fin y al cabo todos vamos a ser AMIGOS. –
Remarqué la palabra dejando en claro que no quería pretendientes.
*Pero es bueno Carina. Es muy bueno que se interese en ti. Eso
nos indica que muy pronto serás de total confianza para él*. Las palabras de Malena
resonaban en mi cabeza. Suspiré mentalmente. Ella tenía razón, debía poner en práctica
a lo que las chicas normales llaman “Seducir”. Guakala, de sólo pensar en se
palabra me da asco. No tenía ni idea de cómo comenzar a “Seducir” a Sebastián
Estevanez. Era un hecho de que yo le gustaba, pero él era un mujeriego.
Necesitaba atraparlo pero que no se puede escapar fácilmente.
Terminamos de almorzar, los chicos se fueron con un par de
amigos y nosotras nos dirigimos a nuestros casilleros para sacar nuestros
libros. Oh! Casualidad nuestros casilleros estaba juntos. Sonreímos al darnos
cuenta.
Decidí hablar de la seducción con la persona que más parece
saber de esto Anabel.
- Oye Ana… - Dije un poco tímida.
- ¿Si? – Dijo cerrando su casillero.
- Digamos que yo… que yo… - Me costaba decirlo.
- ¿Que tú qué?
- Quiero enamorar a alguien… ¿Cómo puedo hacerlo?
- ¿Quien te gustó? Dime ya – Dijo emocionada. – A menos que
sea Juan, si no ahí te mato… ¿No es Juan no? – Dijo asustada.
- No, no es Juan. – Dije riendo. – Eh visto a varios chicos
lindos por aquí… pero aún no me gusta nadie.
- Bueno comencemos con la regla nº 1 – Dijo y comenzamos a
caminar hacia el salón.
Mientras la clase concurría Anabel me anotaba todo lo
que tenía que hacer en caso de querer enamorar a alguien. Lo cual algunas cosas
se me eran difíciles. ¿Ser dulce y amable? ¿Caminar contoneando mi trasero cada
vez que “él” pase a mi lado? ¿Siempre llamar su atención y después ignorarlo?
Realmente no entendía su psicología del amor adolescente. Tal vez debería
dejarla hablar y preguntarle a Malena, ella debería tener más experiencia.
Cuando el timbre sonó, recogí mis cosas y salí en dirección a
la casa de Malena.
Venía escuchando música con mis auriculares mientras observaba
el vecindario… Cuando de repente unas manos taparon mis ojos... *¿Qué demonios?
Alguien quiere robarme* pensé. En una sola maniobra derribe a la persona que me
había sujetado por atrás.
- Oye, que te pasa soy yo – Dijo Sebastián desde el piso.
- Oh, lo siento… Pensé que eran ladrones. – Fingí
preocupación. – Nunca me sorprendas por detrás… - reí.
- Gracias, Ya se para la próxima. – Se refregó la cabeza.
- ¿Te lastimé? – Pregunte viéndolo.
- No, no estoy bien. – Sonrió.
- Oh por Dios mira – Exclamé. – Te está saliendo sangre. –
Dije tomándolo de la mano. – Espera un minuto. – Dije y saqué un poco de
algodón de mi bolso y una bandita.
- No enserio no es nada… - Dijo.
- No… Es lo menos que puedo hacer. – *Oh no ¿Carina Zampini
está siendo dulce y amable?* —