- ¡Suéltame! Aún no termino con ella… - Dije pataleando.
- ¿Carina sabes que pueden expulsarte? Tienes suerte de que
ningún maestro estuviese… - Dijo dejándome en una banca.
- Hubiese corrido el riesgo… - dije acomodando mi cabello.
- No digas eso Carina, yo me hubiese vuelto loco sin ti. –
Dijo ruborizado.
- ¿Cómo? – Dije confundida.
- Que me he encariñado mucho contigo.
- Oh… - dije sorprendida.
- Tienes un pequeño rasguño en la mejilla. – Dijo tocándome
- Esa zorra… - maldije. – No es nada a comparación como la
deje. – Sonreí al acordarme.
- Te recomiendo que no armes líos. –dijo serio.
- Yo no comencé.
- No digo que seas tú la que comenzó todo… pero si algo sucede
sólo no le hagas caso.
- Así no funcionan las cosas. – Fruncí el ceño.
- Aquí sí.
- Yo no me voy a quedar con los brazos cruzados… - Dije
molesta. – Esa estúpida se metió con la persona equivocada.
- Tranquilízate. – Tocaron el timbre. – Debemos ir clases… -
Me extendió la mano.
- Ok. – La tomé.
Caminamos hasta el salón y luego me senté con Ana. Ella me
contó como Victoria lloraba desconsoladamente y se refregaba el rostro.
- Wow Cari nunca pensé que harías eso… - Dijo Ana sorprendida.
– Debiste ver como le quedo la cara a Victoria. – Dijo riendo.
- La pobre pensó que no haría nada.
- Se lo merecía… - Añadió. – Era hora de que alguien la
acomode en su lugar… - reí.
Las clases continuaron normal… No volví a ver a Estevanez.
Cuando volví a casa le conté a Malena lo que había sucedido.
- ¡Carina! ¿En serio hiciste eso? – Dijo sorprendida.
- Ella se lo merecía – Exclamé. – Me llamó mugrosa.
- Menos mal que ningún maestro te vio…
- Si. – Suspiré. – Oye ¿Te puedo pedir un favor?
- Am si
- No le digas nada de esto a mi hermano. – Dije.
- ¿Por qué? – Preguntó.
- Porque me regañaría y armaría un escándalo. – Expliqué.
- Está bien no le diré nada. – Dijo yendo a la cocina.
- Estevanez me llevará a “Miraflores” – Mencioné.
- ¿Qué? – Volvió corriendo. – Ese restaurante es hermoso. –
dijo emocionada.
- Lo sé. – Dije seria. – A las 20:00 lo veré allí. ¿Ya tienes
las cosas listas?
- Si sólo falta Gabriel.
- Me iré a duchar.
Abrí la llave de la ducha para que se fuera entibiando y
tomara temperatura agradable. Luego de ducharme escogí algo para ponerme. http://www.polyvore.com/dhsagdjhsgdjhasg_yes/set?id=71693512
- Cari. – Dijo Gabriel. – Necesito que… - Se calló al verme.
- ¿Qué? – Dije.
- Ni pienses que vas a ir así jovencita. – frunció el seño.
- Gabriel, no empieces… - advertí.
- Eres demasiado chica para usar eso.
- ¡GABRIEL! – Exclamé. – Tengo 16.
- Como dije, demasiado chica.
- Basta
- Como sea… - Revoleo los ojos. – Toma ponte esto en uno de
tus aros.
- ¿Qué es?
- Es un pequeño micrófono para poder escuchar lo que dice. –
Mencionó.
Terminé de arreglarme y baje. Malena ya estaba con un bolso
negro en la mano.
-¿Lista? – Sonrió
-Eso creo. – Dije nerviosa.
- ¿Tu primera cita? – Dijo levantando una ceja.
- No es una cita – Fruncí el ceño.
- Como digas. – río.
Malena me llevó en su auto hasta el restaurante, mientras Gabriel
venia en una camioneta especial atrás de nosotros.
- Muy bien cariño. – Dijo cuando llegamos. – Ya sabes. trata
de sacar toda la información que más puedas. – sonrió.
- Esta bien. – Dije bajando del auto.
- Espera… - Me detuvo.
- ¿Qué?
- Toma – Me dio un pequeño lápiz labial.
- ¿Para qué me das esto? –Pregunté confundida.
- Por si te besa. – Dijo riendo.
- Cállate. – Fruncí el ceño.
- Anda ve, que se te hace tarde.- arrancó el auto.
Llegué hasta la puerta del restaurante. no había señas de él
por ningún lado. Decidí entrar y esperar en una de las mesas. Un mesero se
acercó a tomar el pedido… Sólo pedí un vaso de agua.
Seguí esperando. Eran las 22:15 y él no aparecía. *¡Genial! Mi
primera cita y me dejan plantada* – pensé.
Me levanté de la mesa y me fui hasta la puerta… Iba a decirle
a Gabriel que me llevara a casa. Lo único que había hecho era perder el tiempo.
- Hey ¿A dónde vas? – me tomó del brazo.
- A casa. – Dije molesta.
- Oh vamos… No te enojes, se me hizo tarde. – Dijo
- Pedro, son las 22:19 esa no es hora de llegar. – Dije
molesta. – Al menos me hubieses avisado que llegarías tarde.
- Es que… - Suspiró. – No me dejaban venir y me escapé.
- ¿Como que no te dejaban venir? – subí una ceja.
- Es algo difícil de explicar, no entenderías. – Miró hacía
abajo.
- Esta bien no me digas.
- ¿Aún quieres cenar conmigo? – Preguntó tímido.
- OK. – volvimos a entrar.
Como todo un caballero me acercó la silla al sentarme. Cuando
se sentó en frente de mí, me observó por unos minutos.
- Que linda te ves. – Me sonrió.
- Gracias.
- En dos semanas haré una fiesta en mi casa. – Dijo. – ¿Quieres
ir?
- Si, iré con Anabel. – Sonreí. – ¿Tus padres te dejan hacer
una fiesta? – Pregunté.
- Si… mamá está de acuerdo y papá vuelve en un par de días. –
Sonrió nerviosamente.
- Cuéntame más sobre tu padre. – Me le acerqué un poco más… —