Mi corazón dejó de latir. Dios porqué me metía en tal
embrollo. No podía articular ninguna palabra.
- Yo… - Puso un dedo en mi boca.
- No me lo digas ahora. – Sonrió.
- Está bien. - sonreí.
Desprevenidamente tomó mis mejillas y me acercó hacía su boca.
Era un beso tierno y dulce. Suavemente acariciaba mi mejilla. Automáticamente
coloqué mi mano en su nuca profundizando más el beso. Lentamente comenzó a
introducir su lengua… Debía admitir que el chico sabía besar. Antes de separar
nuestros labios mordí su labio inferior.
- Auch – Dijo riendo.
- Te lo merecías – reí tiernamente. – Me dejaste marcas en el
cuello.
- Lo siento. – sonrió. – Espero que no te haya causado
problemas.
- No, mi hermano no lo notó. – Hice una mueca.
Nos quedamos abrasados viendo el resto de la película. El olor
de su perfume me embriagaba y sentir sus enormes músculos me hacían sentir
protegida.
Al terminar la película nos levantamos y fuimos con Anabel y
Juan que los habíamos dejado solos todo ese tiempo.
- ¿Donde se metieron? – Dijo Juan levantando una ceja.
- Fuimos a arreglar un par de cosas. – Dijo Sebastián
guiñándome el ojo.
- Cari, ¿Me acompañas al baño? – Ana quería contarme algo, Me
había dado cuanta por la mueca que había hecho.
- Claro, ya volvemos. – Dije sonriendo.
Nos dirigimos al baño y ni bien terminamos de entrar Ana
comenzó a hablar todo mezclado.
- Espera – dije tranquilizándola. – Despacio. – Reí.
- Juan dijo que hace mucho que yo le gustaba y quiere que
andemos en “algo” – Dije haciendo comillas imaginarias.
- Que bien. – Sonreí.
- Y ¿Tú? – Dijo emocionada.
- Pedro me pidió ser su novia. – Dije no con tanto entusiasmo.
- OHH eso es genial – Dijo emocionada. – Pero, no te veo tan
contenta. – Dijo seria. – ¿Pasó algo?
- Es que… - Suspiré. – No entenderías, tal vez… otro día te lo
explique.
- Ok. – Dijo. – Vamos, los chicos nos deben estar esperando.
- Está bien. – sonreí.
Los chicos no estaban esperando sentados en una mesa.
- ¿Listas? – Dijo Juan.
- Si. – Dijimos al unísono.
- ¿Dónde iremos? – Pregunté.
- Las llevaremos a un lugar especial. – Dijo Sebastián.
Salimos del cine y nos caminamos hasta un parque con un lago.
El lugar era hermoso. En el agua se reflejaba la luna llena.
- Es bello. – Dije admirando el lugar.
- Anabel ven que quiero enseñarte algo. – Juan tomó su mano y
se fueron.
- Supongo que quedamos nosotros dos. – sonrió.
- Si… Oye Sebastian… - Me interrumpió.
- ¿Sebastián? – Se sorprendió. – ¿Como sabes que es mi nombre?
- Hoy en tu habitación. – Dije nerviosa… Cómo fue posible que
se me escapara – Vi en la puerta que decía Sebastián.
- Oh… - Dijo agachando la cabeza.
- ¿Porqué mentiste tu nombre?
- No me entenderías… - Dijo cabizbajo. – Pero no le digas a
nadie que ese es mi verdadero nombre. – Suplico. – Eres la única que lo sabe.
- Ok… - Dije aliviada, Al parecer se había creído lo de la
puerta.
Caminamos de la mano cerca del lago. Conversando un poco más
para “conocernos” le gustan los deportes extremos y jugar rugby. También juagaba
al tenis. Algunas veces actuaba y también era fanático de los autos. Él no era
malo, era tierno, dulce y muy lindo. Estaba comenzando a pensar en dejar la
misión. Como haría para matarlo si yo ya le tenía muchísimo afecto. Cada vez
que veía sus labios quería besarlos.
- Sebas… - dije abrasándolo del cuello.
- Que lindo sobrenombre me pusiste- dijo con una sonrisa- ¿Qué
querías linda?
- Creo que ya es tarde…
- Si, ¿Quieres que te lleve a casa? –
- Por favor. – Dejé un tierno beso en su boca.
- Ok, pero ¿Donde estarán Juan y Anabel? – Dijo sin soltarme
de la cintura.
- No creo que debamos preocuparnos por ellos. – Sonreí. – Pero
voy a mandarle un mensaje a Ana diciéndole que ya nos vamos. – Saqué mi celular
y envié el mensaje.
Al instante Ana me contesto que estaba todo bien que ella se
quedaría con Juan.
Sebas me dejó en mi casa.
- La pasé muy lindo contigo. – Sonreí.
- Yo también. – sonrió. – Te veo después. – Beso mis labios.
- Adiós. – entré a la casa.