6 mar 2014

Capitulo 20

  - Respuesta ¿De qué? – reí.
 - De lo que te pregunte ayer. – me tomó de la cintura.
 - No me acuerdo. – sonreí pícaramente.
 - ¿Quieres ser mi novia? – susurró sobre mis labios.
 - Si. – Dije y acorté la distancia de nuestras bocas.


  Sebas comenzaba a bajar sus manos más allá de mi cintura, mientras yo jugaba con el cabello de su nuca. Pero alguien tocó la puerta. Nos separamos rápidamente y le indiqué a Sebastián que se escondiera en el closet. Tomé mi toalla y me la envolví de nuevo en el cabello húmedo.


 - Ya va – Dije y abrí la puerta.
 - Oh Cari ¿Te estabas bañando?. – Dijo Gabriel.
 - Si recién salgo del baño. – sonreí.
 - Todo está saliendo de maravilla. – sonrió contento. – Sólo no bajes ¿Si? Yo me quedaré ahí toda la noche. - Guiñó un ojo.
 - Ok, cuidado con lo que haces – golpeé levemente su brazo. – diviértete.


  Gabriel bajó las escaleras. Asomé mi cabeza para asegurarme que ya estaba abajó y no podía escuchar nada. Cuando me giré para decirle a Sebas que saliera me topé con él.


 - Cantas muy lindo. – dijo abrasándome.
 - ¿Me escuchaste cantar? – subí una ceja.
 - Si. – rió. – Así que tenemos toda una noche para nosotros dos solos. – me miró pícaramente.
 - En que estas pensando…
 - Em no sé... ver una película y tal vez ¿Dormir juntos? – Sonrió de lado.
 - ¿Pero no tendrás problemas en tu casa?
 - Les dije que me fui a la casa de Juan. – Me besó.
 - Bueno entonces ¿Que quieres que veamos? – Me dirigí a la cama.
 - Busquemos algo de la televisión. – Dijo tomando el control.


  La noche la pasamos con risas y bromas. Aparte de dulce él era gracioso y cada vez más me convencía de que no era una ilusión gustar de él. Era el chico perfecto.
  
  Al fin encontramos un película de terror y nos quedamos viendo… ya casi al final Sebas se quedó dormido. Apagué el televisor pero al verlo con los jeans y las zapatillas pensé que dormiría incomodo.


 - Vemos… - susurré. – Como te las quito sin despertarte.


  Tomé una de sus zapatillas y le desaté los cordones. Lo mismo hice con la otra hasta que pude deshacerme de las dos. Luego sería el pantalón pero me daba un no sé que de desabrocharle el botón del pantalón. Hasta que junte valor y lo hice. Desabroche con éxito el botón pero la cuestión sería bajarlo…


 - Porqué soy tan estúpida. – reproché en mi mente.


  Estaba por bajar su pantalón, cuando él despertó.


 - ¿Qué haces? – Dijo riendo.
 - Trataba de hacer que durmieras más cómodo. – Me sonrojé.
 - Vamos, no tienes que mentir... Sólo di que me quería violar y ya. – rió.
 - Hey – Exclamé. – Yo no quería hacer eso. – Dije roja.
 - Sólo bromeó linda. – Se acercó y besó mi mejilla.
  

  Él terminó de sacarse el pantalón para dormir en bóxer. Debía admitir que no dejaba de mirarlo… Por donde lo viera era hermoso.


 - ¿Qué pasó? – Dijo al notar que no dejaba de mirarlo.
 - Nada, sólo que tengo un novio demasiado sexy… - Dije riendo.
 - Y yo tengo a la novia más hermosa del mundo. – Me besó.


  Pasé mis manos sobre su cuello y él comenzó a acariciar mi espalda por encima de mi remera. Luego me levantó haciendo que lo rodeara con las piernas y así me llevó hasta la cama y me recostó suavemente. El beso continuó pero más apasionado. Sebas pasó sus manos desde mis pechos hasta mis muslos, mientras sentía que un bulto crecía. Me aventuré a recorrer con mi mano toda su espalda y bajar hasta sus glúteos. Un torbellino de sensaciones recorrían todo mi cuerpo y varios suspiros dejé escapar gracias a los besos de él. La cosa se ponía cada vez más erótica.


 - Sebas. – Dije en un suspiro. – No quiero terminar en algo más fuerte…
 - Perdón, perdón. – dijo separándose. – sólo me dejé llevar. – se acostó a mi lado.
 - Lo siento, debes pensar que soy una idiota.
 - ¿Por qué? – Dijo mirando. – ¿Por no querer perder tu virginidad? Al contrario, es muy tierno que aún reserves tu primera vez para alguien especial. – sonrió. – Me encantaría ser yo ese alguien.
 - Y lo serás. – Dije besándolo. – Sólo que ahora no es el momento.


  Seguido de eso nos acomodamos y dormimos. Sebas rodeó mi cintura y se durmió al instante, mientras que yo no podía pegar un solo ojo. ¿Por qué engañaba a este chico? ¿Por qué le mentía? ¿Por qué me metía en semejante lio?
    

  Luego de estar un rato pensando y reprochándome mentalmente el sueño me venció. —