- ¿Alejandro? – Dije sonriendo.
- El mismo. – Me abrasó.
- ¿Qué haces aquí? Pensé que aún estabas en esa misión en Neuquén.
- Volví hace tres días y justo hoy me mandaron de refuerzo. –
sonrió.
- Que buenos es volver a verte.
- Estas cambiada. – Dijo. – incluso muy linda… Bueno, siempre
lo fuiste. – Agregó.
- Que no te escuché Gabriel porque te mata. – Reí.
- ¿Tendrías un tiempo para ir a tomar un café? – Preguntó.
- Claro. – Sonreí.
Le avisé a Gabriel que iría con Alejandro a una cafetería.
- ¿Qué deseas tomar?
- Un café simple está bien. – Sonreí.
Alejandro hizo el pedido.
- Cuéntame, en que misión estas ahora.
- Estoy con los Estevanez.
- Oh, son muy peligrosos Cari. – Dijo preocupado.
- Lo sé. – Hice una mueca. – Por ahora lo llevo bastante bien.
- Y ¿Cuál es tu plan? – Dijo bebiendo de su tasa.
- Por ahora soy “novia” de Sebastián Estevanez. – dije. Alejandro
escupió su café.
- ¿Qué? – Tosió. – ¿Como que…?
- Sólo es por la misión. – Reí.
- ¿Gabriel sabe?
- No. Ni debe saberlo… él piensa que sólo soy una amiga que le
saca información.
- No creo que sea buena idea… - Dijo serio.
- Estás celoso, dilo. – Reí.
- Creo que si… - Dijo avergonzado. – Sabes que nunca dejaste
de gustarme.
- No sé qué decirte.
- No hace falta. – Sonrió. – Dime que cuando termine todo esto
me llamaras. – Tomó mi mano.
- Claro. – Sonreí.
- ¿Carina?
- Sebastián – Exclamé sorprendida.
- ¿Quién es él? – Dijo molesto.
- Él es Alejandro, Alejandro él es Sebastián, mi novio.
- Mucho gusto. – Extendió su mano. - Cari debo irme. – Guiño
un ojo. – te veo luego.
- Claro. – Sonreí. – Adiós.
Sebastián lo fulminó con la mirada.
- ¿Que hacías con él?
- Sólo vine por un café.
- Acaso crees ¿Que no vi como te tomaba la mano? – Subió una
ceja.
- ¡Ay por Dios Sebastián! – Bufé. – Sólo es un amigo. – salí
de la cafetería.
- Carina vuelve. – Dijo saliendo del lugar.
- ¿Para qué? ¿Para qué me hagas una escena de celos con tan
sólo 2 días de novio?
- Sólo… - Suspiró. – Perdón. – Agachó su cabeza. – Creo que
enloquecí.
- Si.
- Es que realmente siento cosas por ti y no tuve relaciones muy
buenas…
- Se a que te refieres.
- ¿Me perdonas? – Sonaba sincero. Su rostro parecía le dé un
perrito mojado. No podía resistirme.
- Claro que sí. – Lo abrasé.
- Te quiero. – Dijo besando mi frente.
- Yo igual.
Caminamos juntos tomados de la mano hasta llegar a casa.
- Cari hay algo que nuca te pregunté… - dijo agachando la
cabeza.
- ¿Qué?
- Sobre… - Tartamudeó. – Tus… tus padres.
- Oh. – Cambié mi expresión.
- Si no quieres, no digas nada…
- Ven. – Me senté en el cordón de la calle. – Te contaré la historia.
Él se sentó a mi lado y me miró atentamente.
- Tenía 12 años cuando… - Comencé a relatar mi historia, Una
vez más a revivir todos aquellos recuerdos, que lograron sacar varias lagrimas
de mis ojos y un par de puntazos en el corazón. – La policía nunca lo encontró.
- Y tu hermano y tú ¿Que hicieron? – Preguntó con una
expresión de pena en su rostro.
- Nos quedamos en casa de mi tía, mientras mi hermano
trabajaba en pequeños puestos de comida para ayudarnos y luego… y luego
presentó un curriculum en una empresa de técnicos de computador. Ahí pudo ganar
un poco más… Consiguió novia y aquí estamos. – Mentí.
- Wow. – Dijo. – Es una historia impresionante.
- Si, trato de no recordar para no terminar quebrándome en
llanto. – Limpié mis lágrimas.
- Perdón. – Dijo apenado.
- No te preocupes. – Sonreí. – De cualquier modo te ibas a
enterar.
- Eres una chica increíble. – Me abrasó.
- Gracias.