28 mar 2014

Capitulo 26


           –Narrador Sebastián –

  Estaba recostado en mi cuarto viendo el techo y pensando que sólo faltaban unas horas para que mis padres apagaran las luces y se fueran a dormir. Para que me pudiera escabullir por mi ventana e ir a dormir con mi preciada novia Carina.

  Me estaba por ir cuando escuchó una conversación telefónica de mi padre. Me pegue bien a la puerta de su habitación para poder oír mejor lo que hablaba.


 - Si, ya sé quién es la agente encubierta.
 Si la he visto una vez pero nunca sospeché que fuera ella.
 No creo que deba decirlo ahora, está durmiendo.
 Sé que debe saberlo pero aún no quiero involucrarlo, por lo menos hasta que eliminé a la perra esa.
 Acá el que dice las órdenes soy yo. ¿Entendido?
 No aún no.
 No podemos ir a su casa ahora, seguro están llenos de custodia.
 Te llamo después confirmando que es lo que vamos a hacer.
 Ok, adiós.


  Volví rápidamente a mi cama y me tape fingiendo dormir. Mi padre entró y echó un vistazo. Todo tranquilo. Espere a que cerrara la puerta y me senté en la cama. ¿Quién sería la agente encubierta? Y ¿Por qué mi padre no quería decirme?
  Deje de lado mis pensamientos y me escabullí para ir hasta la casa de mi novia.


           –Narra Carina –

  Estaba acostada mirando televisión cuando un mensaje de texto había llegado a mi celular.


 Mensaje:

De: Sebas
Para: Cari

- Cari, estoy por subir.


  Dejé el celular en la cama y me dirigí al balcón donde veía como Sebastián trepaba sin dificultada hasta ahí. Al llegar lo ayudé a entrar y luego sin pensarlo me tomó desprevenida y me besó.


 - No veía las horas de verte. – Sonrió.
 - Yo también. Te extrañé.


  A la mañana siguiente silencié el despertador para que Gabriel no lo escuchara. Sebas dormía abrasado a mí como si fuera un niño. Sonreí ante tal escena.


 - Hey. – Susurré. – Sebas ya es hora.
 - Sólo cinco min. – Dijo aforrándose a mí.
 - No, Sebas. – reí por lo bajo. – Se te hará tarde. Tienes que llegar a tu casa.
 - No – Dijo refunfuñando. – No quiero volver a casa, Menos si esta mi padre.
 - ¿Por qué? – Pregunté.

  
  Logan se sentó en la cama, me tomó las manos y luego me miró fijamente.


 - Lo que te voy a decir ahora es algo muy serio y no quiero perderte ni que te asustes…
 - Ok. – Dije fingiendo confusión. Sabía muy bien lo que iba a decirme.
 - Mi padre es un mafioso y quiere involucrarme en el negocio…- Soltó. – Y anoche escuché una llamada de él. Han encontrado una agente y van a asesinarla. Después de que la maten va a incluirme en su negocio. – Hizo una mueca triste. – No quiero. Yo no quiero estar ahí, ya se lo había dicho pero no hay forma de que cambie de opinión.
 - No sé qué decirte… ¿Tú ya sabes quién es ella? – pregunté un poco asustada.
 - No, tampoco lo quiero saber, no quiero tener que ver con eso.
 - Oh… Bueno supongo que ya vas a encontrar la solución. – sonreí.
 - No vas a dejarme o ¿Si?
 - Como crees eso – Exclamé. – Nunca te dejaría. – dejé un tierno beso en su mejilla.
 - Eso me deja más tranquilo. – Sonrió. – Debo irme. – refunfuño. – te veo luego. – besó mis labios y se marchó.


  Esperé hasta verlo abajo y salí corriendo hasta la habitación de Malena.


 - Malena – Entré a su habitación. – Male… - Callé. Ella estaba durmiendo con Gabriel. – ¿Qué es lo que sucede aquí? – Pregunté riendo. Los dos se miraron avergonzados. Gabriel se tapó la cara con la sábana mientras Malena se levantaba riendo.


Las dos nos dirigimos a la cocina y le conté lo sucedido. —

Capitulo 25

  Bajé rápidamente las escaleras en busca de Malena, no la veía por ningún lado hasta que la vi entrar por la puerta de tras de la cocina.


 - Malena…
 - ¿Si?
 - Anabel acaba de llamarme.
 - ¿Que es lo que dijo? – su expresión era seria.
 - Quiere hablar, vendrá esta tarde.
 - ¿No te dijo por qué?
 - No, pero es algo raro. Tal vez viene a sacar información o a extorsionarnos.
 - No lo creo. Pero no te preocupes, no creo que pueda con tres espías.


  Gabriel dejó un pequeño micrófono entre las macetas de las plantas del fondo. Luego instaló una pequeña cámara por si las dudas intentara hacer algo que no debe. Él estaría escuchando y viendo todo desde su habitación.

  A las 17:00 Anabel tocó el timbre de la gran casa. Atendí.


 - Hola.
 - Hola. – Sonrío.
 - Pasa, ven iremos al patio trasero. – Indiqué.
 - Está bien. – Pasó algo tímida.


  No sentamos en par de sillas de jardín.


 - ¿De que querías hablar? – Dije seria.
 - De lo que tú eres. – Dudó al decirlo.
 - No lo sé. – Hice una mueca.
 - Vamos Carina, a pesar de que eres un poco rara… eres una de mis mejores amigas y jamás podría entregarte a nadie sabiendo que pueden hacerte mal.
 - Esta bien, pero lo único que puedo decirte es que esta misión es muy arriesgada y no quiero involucrarte…
 - Pero soy tu amiga, tengo derecho a saber. – Pausó. – ¿Cuál es tu misión?
 - Asesinar a alguien. – miré hacia abajo.
 - ¿Quién? – insistió.
 - Eso es información confidencial que no puedo revelar.
 - Ok, ok, no insistiré más. – Dijo haciendo una mueca. – Pero realmente me gusta ser tu amiga y no quiero que por esto nos separemos.
 - Yo tampoco. – Sonreí. – Me imagino que no le contaste a nadie sobre esto, o ¿sí? – Arqueé una ceja.
 - Claro que no. – alargó.
 - Ok.


  La tarde continuó entre risas y charlas, pareciera que nada de esto hubiese pasado y que la mistad entre Anabel y yo seguía siendo la misma. Pero había algo en ella, estaba tensa, no era la Anabel despreocupada que había conocido. Me estaba ocultando algo.


 - Cari debo irme. - dijo levantándose bruscamente.
 - Un momento… - Me levanté.


  Me acerqué hasta ella y la examiné con la mirada.


 - Levanta los brazos. – Dije seria.
 - ¿Ah? – Dijo riendo nerviosamente.
 - Que levantes los brazos. – Repetí.


  Temerosamente levanto sus brazos. Comencé a palparla mientras sentía como su pulso temblaba. Palpé buscando alguna grabadora o algo que pudiese estar grabando la conversación o algo raro. Nada.


 - ¿Que pensaste? – Frunció el ceño.
 - Tenía que hacerlo.
 - Ok… debo irme se hace tarde.
 - Adiós. – La despedí.

          –Narradora Anabel–

  Salí de la casa suspirando de alivio, pero a la vez sentía un gran dolor en el pecho por estar traicionando a unas de las mejores amigas que en la vida pude haber conocido.

  Camine dos cuadras y en las esquina estaba una camioneta negra que me esperaba.


 - ¿Que dijo? – Dijo el hombre, el cual no conocía porque su cara estaba cubierta.
 - Yo creo que no lo es. – Mentí, para salvarla.
 - Dame la cinta. – Extendió su mano.
 - ¿No confía en mí? 


  El hombre sacó una pistola de entre medio de su chaqueta y me apuntó, haciendo que temblara de miedo.


 - Que me la des. – Exigió.


  Sin más recurso, saque una mini grabadora de mi zapatilla y con lágrimas en mis ojos la entregue. El hombre la escuchó y luego rió perversamente.


 - ¿Así que esta es la famosa chica que envió el tonto de Williams para matarme? – Volvió a reír. – Me serviste de mucho preciosa. – Dijo acariciándome la mejilla. Yo sólo me alejó con cierto asco y desprecio.


  La camioneta paró en una plaza y me baje. —


Capitulo 24

   Estaba durmiendo plácidamente entre mis sabanas. La noche se había tornado un poco fresca y la cama tenía una temperatura agradable, pero escuché un ruido en mi balcón. Me senté en mi cama mirando en dirección hacía allí. Una sombra negra trepaba por el balcón con intensiones de entrar a la habitación.


 - Oh no. – Susurré.


  Me levanté silenciosamente y busque algo con que pegarle por si las dudas llegase a ser un ladrón a alguno de los secuaces de Estevanez. Me escondí detrás de la cortina y luego lo vi entrar, sigilosamente me acerqué a él le pegué con una zapatilla que era lo primero que había encontrado.


 - Auch Auch… Espera – Me tomó por lo hombros. – Soy yo Sebastián. – Suspiré.
 - Dios – Exclamé. – ¿Sebastián quieres matarme de un susto?
 - Lo siento. Pensé que estabas dormida.
 - ¿Qué haces aquí? Si Gabriel te ve, te mata.
 - Sólo quería venir a dormir contigo, ya que supongo mañana no te veré. – Me tomó de la cintura. – Tu hermano me prohibió acercarme a ti. – rió por lo bajo.
 - Si, trataré de convencerlo de que me deje verte… aunque sea media hora. – Sonreí.
 - ¿Por que eres tan dulce? – Se acercó un poco más.
 - Porque tú eres lindo. – Deje un corto beso en sus labios.
 - Ven vamos a dormir.


  Juntos nos acurrucamos en la cama.


 - Estas helado. – Reí, ya que su pierna rozaba con la mía.
 - Si. Hace un poco de frío afuera.
 - Pudiste mandarme un mensaje diciendo que venias y te esperaba.
 - No quería despertar. – Sonrió y luego me beso la frente.


  El amanecer llegaba y con él los pájaros de todas las mañanas que se posaban en el balcón para cantar. Me retorcí en las sabanas, pero me encontré con una mano rodeando mi cintura. Automáticamente una sonrisa tonta apareció en mi rostro. Me giré para ver su rostro. Se veía tan angelical y lindo… sus labios rosados en una sola línea recta, su nariz perfecta y respingada, y las hermosas pestañas que cubrían sus ojos cerrados. Él era perfecto.

  *¿Por qué me tuve que enamorar de ti?* - Pensé. –¿Y ahora como hago para completar mi misión? Eres el único que le devolvió color a mi vida.*

  Era cierto desde que comenzó la misión dejé de ser tan fría y seria con los demás. Suspiré, tal vez Gabriel tenía razón, debía escuchar a mi corazón.
  
  El moviendo de Logan me sacó de mis pensamientos.


 - Buenos días. – Dijo desperezándose.
 - Buenos días. – Reí.
 - ¿Te desperté?
 - No. – susurré. – Esos malditos pájaros me despertaron. – Fruncí el seño.
 - Amo cuando te enojas. – Besó la comisura de mis labios. Reí. – ¿Qué hora es?
 - Son las 7:30. – Sonreí.
 - ¿Qué? – Exclamó. – Ya no tengo tiempo de llegar a la escuela.
 - Shh. – Siseé. – Gabriel podría escucharte.
 - Lo siento. – bajó la voz. – Debo irme. – Dijo colocándose su remera y las zapatillas. – Volveré a la noche para dormir contigo. – Dejó un tierno beso en mi frente.
 - Adiós. – Sonreí. Y luego lo vi bajar por el balcón.


  Mi celular sonaba, lo cual me estaba desesperando. Lo tomé del sofá y atendí sin mirar la pantalla.


 - ¿Hola? – Atendí.
 - Cari, soy Anabel. – Contestaron del otro lado.
 - Oh. – Pausé. – Anabel, ¿Como estas?
 - Bien, quería hablar contigo.
 - Si. Dime.
 - ¿Podría ser en privado? Esta tarde en tu casa.
 - Claro.
 - Te veo luego.
 - Adiós.


  Algo andaba mal. Anabel era la única que sabía mi secreto. Sospechaba y si ella venía a sacarme información. Estaría alerta.


  Bajé rápidamente y lo hablé con Malena. Ella tal vez sabría cómo ayudarme con esto.


12 mar 2014

Capitulo 23


  Nos quedamos ahí por varios minutos hasta que alguien tosió detrás de nosotros. Rápidamente me alejé asustada y ahí estaba quien más me temía.


 - Caria, ¿Qué haces? – Dijo con el ceño fruncido.
 - Yo… yo… yo… - Tartamudeé. – Él y yo... y él… - Estaba nerviosísima que no podía articular ninguna palabra.
 - Soy su amigo. – Sonrió Sebas rápidamente. – Soy Sebastián un gusto. – Le extendió la mano lo cual Gabriel no la tomó.
 - Carina métete adentro. – Dijo serio y frío.
 - Esta bien… - Agaché mi cabeza. – Adiós Sebas… - Iba a besar su mejilla pero Gabriel lo impidió.


  Entré lo más rápido que pude y busqué a Malena.


 - ¿Que paso? – Dijo viéndome.
 - Gabriel me vio con Sebastián. - tomé mi cabeza entre las manos.
 - Lo sé, estuve tratando de distraerlo pero igual se dio cuenta… ¿Te dijo algo?
 - No, sólo me envió adentro, seguro me va a matar – Dije alterada.
 - Shhh. – Siseó. – Ahí viene, silencio.


  Gabriel entró por la puerta y la cerró tranquilamente luego me miro y frunció el seño.


 - ¿Sabes que te amo demasiado, hermanononote? – Sonreí tiernamente.
 - Sabes que eso no funciona conmigo. – Dijo serio. – Y ¿Por qué mierda ESTABAS CON SEBATIÁN?
 - Déjame explicarte… - Dije un poco temerosa, Jamás había visto a Gabriel tan enojado.
 - ¿Qué cosa? ¿Que estabas a los besos y los abrazos con Sebastián en la calle? – Dijo indignado. – TE HE DICHO QUE TE ALEJES DE ÉL.
 - Gabriel, cálmate. – Dijo Malena tratando de tranquilizarlo.
 - Perdóname Melana, pero esto es entre Carina y yo.
 - Tienes razón Gabriel… es mi culpa. – Agaché mi cabeza mientras él me miraba sorprendido. – Te desobedecí, tú eres quien está a cargo de mi… perdón. – Me volteé. – Con permiso, me voy a mi habitación.


  Subí silenciosamente a mi habitación y me acosté pensando en todo lo que acababa de suceder. Me hacía miles de preguntas y trataba de elaborar una explicación lógica, pero no encontraba nada… El único hecho que debía asumir era que él me gustaba y demasiado y que sería imposible de hacerle daño. La mejor opción hubiera sido ir a su casa entrar de sorpresa y matarlo, así de sencillo pero yo no era quien daba las órdenes… tampoco opinaba en cuanto al plan rara vez tenía acceso. Sabía que iba a ser difícil fingir tener una relación.

  Unos golpes en mi puerta me distrajeron.


 - Pase. – Dije sentándome en la cama.
 - Carina... – Gabriel asomó su cabeza. – ¿Puedo hablar unos minutos contigo?
 - Si.
 - Sobre lo que paso hace rato… yo, bueno nunca te había escuchado decir perdón y como que… - rascó su cabeza.
 - Sólo te di la razón. – Dije.
 Suspiró. - Carina, algunas veces me hubiese encantado que tuvieras otra vida. – Me abrasó.
 - ¿A qué te refieres?
 - A que realmente pudieras terminar tus estudios, tener amigos, sin preocupación de tener que elegir entre tu trabajo y un chico.
 - ¿Qué? – Dije sobresaltada.
 - Malena me contó todo. – me miro.
 - Oh. Bueno así que ya sabes…
 - Si, igual yo venía sospechando. – rió.
 - ¿A sí? – reí al igual que él.
 - Si… esas salidas con Anabel era sospechosas.
 - ¿Qué debo hacer Gabriel? Estoy confundida. – Apoyé mi cabeza en su hombro.
 - Lo que tú sientas correcto… sólo por esta vez te diré que escuches a tu corazón y no te sientas presionada por el trabajo. – Besó mi frente.
 - O sea ¿Que si puedo salir con Sebastián?
 - Si pero por ahora no quiero que lo veas… por 3 o 4 días…
 - Ok.


  Luego de la cena volví a recostarme para descansar, mañana no iría a la escuela así que podría dormir hasta tarde



10 mar 2014

Capitulo 22

 - ¿Alejandro? – Dije sonriendo.
 - El mismo. – Me abrasó.
 - ¿Qué haces aquí? Pensé que aún estabas en esa misión en Neuquén.
 - Volví hace tres días y justo hoy me mandaron de refuerzo. – sonrió.
 - Que buenos es volver a verte.
 - Estas cambiada. – Dijo. – incluso muy linda… Bueno, siempre lo fuiste. – Agregó.
 - Que no te escuché Gabriel porque te mata. – Reí.
 - ¿Tendrías un tiempo para ir a tomar un café? – Preguntó.
 - Claro. – Sonreí.


  Le avisé a Gabriel que iría con Alejandro a una cafetería.


 - ¿Qué deseas tomar?
 - Un café simple está bien. – Sonreí. 


  Alejandro hizo el pedido.


 - Cuéntame, en que misión estas ahora.
 - Estoy con los Estevanez.
 - Oh, son muy peligrosos Cari. – Dijo preocupado.
 - Lo sé. – Hice una mueca. – Por ahora lo llevo bastante bien.
 - Y ¿Cuál es tu plan? – Dijo bebiendo de su tasa.
 - Por ahora soy “novia” de Sebastián Estevanez. – dije. Alejandro escupió su café.
 - ¿Qué? – Tosió. – ¿Como que…?
 - Sólo es por la misión. – Reí.
 - ¿Gabriel sabe?
 - No. Ni debe saberlo… él piensa que sólo soy una amiga que le saca información.
 - No creo que sea buena idea… - Dijo serio.
 - Estás celoso, dilo. – Reí.
 - Creo que si… - Dijo avergonzado. – Sabes que nunca dejaste de gustarme.
 - No sé qué decirte.
 - No hace falta. – Sonrió. – Dime que cuando termine todo esto me llamaras. – Tomó mi mano.
 - Claro. – Sonreí.
 - ¿Carina?
 - Sebastián – Exclamé sorprendida.
 - ¿Quién es él? – Dijo molesto.
 - Él es Alejandro, Alejandro él es Sebastián, mi novio.
 - Mucho gusto. – Extendió su mano. - Cari debo irme. – Guiño un ojo. – te veo luego.
 - Claro. – Sonreí. – Adiós.

  Sebastián lo fulminó con la mirada.


 - ¿Que hacías con él?
 - Sólo vine por un café.
 - Acaso crees ¿Que no vi como te tomaba la mano? – Subió una ceja.
 - ¡Ay por Dios Sebastián! – Bufé. – Sólo es un amigo. – salí de la cafetería.
 - Carina vuelve. – Dijo saliendo del lugar.
 - ¿Para qué? ¿Para qué me hagas una escena de celos con tan sólo 2 días de novio?
 - Sólo… - Suspiró. – Perdón. – Agachó su cabeza. – Creo que enloquecí.
 - Si.
 - Es que realmente siento cosas por ti y no tuve relaciones muy buenas…
 - Se a que te refieres.
 - ¿Me perdonas? – Sonaba sincero. Su rostro parecía le dé un perrito mojado. No podía resistirme.
 - Claro que sí. – Lo abrasé.
 - Te quiero. – Dijo besando mi frente.
 - Yo igual.


  Caminamos juntos tomados de la mano hasta llegar a casa.


 - Cari hay algo que nuca te pregunté… - dijo agachando la cabeza.
 - ¿Qué?
 - Sobre… - Tartamudeó. – Tus… tus padres.
 - Oh. – Cambié mi expresión.
 - Si no quieres, no digas nada…
 - Ven. – Me senté en el cordón de la calle. – Te contaré la historia.


   Él se sentó a mi lado y me miró atentamente.


 - Tenía 12 años cuando… - Comencé a relatar mi historia, Una vez más a revivir todos aquellos recuerdos, que lograron sacar varias lagrimas de mis ojos y un par de puntazos en el corazón. – La policía nunca lo encontró.
 - Y tu hermano y tú ¿Que hicieron? – Preguntó con una expresión de pena en su rostro.
 - Nos quedamos en casa de mi tía, mientras mi hermano trabajaba en pequeños puestos de comida para ayudarnos y luego… y luego presentó un curriculum en una empresa de técnicos de computador. Ahí pudo ganar un poco más… Consiguió novia y aquí estamos. – Mentí.
 - Wow. – Dijo. – Es una historia impresionante.
 - Si, trato de no recordar para no terminar quebrándome en llanto. – Limpié mis lágrimas.
 - Perdón. – Dijo apenado.
 - No te preocupes. – Sonreí. – De cualquier modo te ibas a enterar.
 - Eres una chica increíble. – Me abrasó.

 - Gracias.

8 mar 2014

Capitulo 21

  Me desperté por el sonido de mi alarma que indicaba que era hora de ir a la escuela. Rápidamente se vino a la cabeza Sebastián, si mi hermano lo veía nos mataba a los dos. Me giré para despertarlo pero él ya no estaba, en su lugar había una nota.


  “Cari, anoche la pasé de maravilla contigo. Me fui antes de que tu hermano nos descubriera. Te veo luego en el colegio. Te amo Sebastián.”


  Me levanté y fui a la sala, Gabriel y Malena dormían en el sofá, por suerte tenían ropa.  Tomé un poco de jugo y volví a cambiarme para ir a la escuela. Les dejé una nota diciendo que me iba. Mientras caminaba pensaba en lo de anoche… Tal vez Sebastián ya sabe quién soy, porque cuando entré el pareció asustado, como si estuviese buscando o tratando de encontrar algo. Pero de otra forma ya me hubiese matado. Por cuestiones de seguridad metí en mi bolso un arma…

  Cuando llegué a mi salón la única que estaba allí era Anabel.


 - ¿Qué haces sola? –dije riendo.
 - Los demás a un no llegaron. – Dijo.
 - ¿Cómo te fue con Juan?
 - Bien. – Sonrió. – Creo que pronto me pedirá ser su novia. – dijo emocionada.
 - Genial. – sonreí.
 - Y ¿Tu como vas con Pedro? – preguntó
 - Bien, somos novios.
 - ¿Tan pronto? – dijo sorprendida.
 - Si, es algo raro. – reí.
 - Cambiando de tema, ¿Me puedes prestar los apuntes de literatura?
 - Si están en bolso sácalos. – dije viendo un mensaje de Sebas en mi celular.
 - Carina… –dijo Anabel.
 - ¿Qué pasa?
 - Porqué tienes un arma en tu bolso. – dije sorprendida. Mi cuerpo se heló


  Me volví rápidamente y lo escondí de vuelta en el fondo de todo el bolso. Luego tapé la boca de Anabel y le dije.


 - No digas nada. – Me miro sorprendida. – veras yo soy una espía y estoy en peligro. Nadie tiene que saber esto. ¿Me escuchaste? – Ella me miró asustado y asintió.
 - Por un momento pensé que me ibas a matar. – Dijo aliviada.
 - ¿Debería hacerlo? – dije seria. – me descubriste, pero no lo haré… a ti no es a quien busco.
 - No te preocupes, no le diré nada a nadie.


  Ninguna de las dos tocó el tema durante toda la mañana. Y yo por otro lado quería patearme… estaba haciendo todo mal… tal vez debería alejarme por unos días de la escuela. En el segundo receso tomé mis cosas y salí para casa… no quería correr el riesgo de que alguien más me descubriera.

  Salí a la vereda comencé a caminar en dirección a casa.


 - Carina. – Escuché, giré y Sebas venía corriendo. – ¿Que sucede, porque te vas?
 - No me siento bien. – Fingí dolor de cabeza.
 - ¿Quieres que te acompañe tu casa? – dijo preocupado.
 -No hace falta. – sonreí. – Te veo luego. – lo besé.


  Continué mi camino hasta llegar a casa. Cuando entré Gabriel y Malena recién se estaban despertando.


 - Buenos días, bellos durmientes. – Dije riendo.
 - Cari, ¿Que pasó? aún es muy temprano para que salgas del colegio – Dijo Malena desperezándose.
 - Ven que tengo que contarte algo. – Tomé su mano y la lleve hasta el patio de atrás.


  Le conté lo que paso con Anabel


 - Carina dime que no es cierto – Exclamó Malena.
 - Me estoy volviendo loca. – Dije tomando mi cabeza entre las manos. – Cada cosa que hago, la hago mal y todo es por culpa de Estevanez.
 - Cálmate… no entres en pánico.- Dijo tranquilizándome.
 - Tal vez debería abortar la misión. – Agache la cabeza.
 - De ninguna manera. – Dijo Malena moviendo la cabeza. – ¿Quieres que el asesino de tus padres quede impune?
 - No, pero…
 - ¿Pero qué? Ten en cuenta de que todavía tienes 16 años. Toda una vida por delante… y vas a conocer a más hombres. No debes preocuparte por Estevanez.
 - Ok. – Suspiré. – Pero por esta semana no volveré a la escuela.
 - Si, es lo mejor. – Dijo. – ¿Que harás con Sebastián? – Preguntó.
 - Lo veré de vez en cuando. Hasta que llegue el día de la fiesta. – dije seria.
 - Chicas… - Dijo Gabriel. – Vengan.


  Seguimos a Gabriel hasta su habitación. En los monitores vimos que dos camionetas negras salían de la mansión Estevanez.


 - Debemos impedir que entreguen esa mercadería. – Dijo Gabriel buscando un par de cosas en su armario.


  Volví a mi habitación. Me cambié http://www.polyvore.com/skater/set?id=44921683 y metí varias cosas en la mochila.

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  Comunicaciones telefónica:

 - Jefe ya detuvimos el cargamento.
 - Muy bien Carina ¿Cuanto era?
 - Diez mil kg de Marihuana.
 - Perfecto ¿Cómo va la otra misión?
 - Todo va según lo planeado.
 - Ok, si saben de algo más me llaman.
 - Que tenga buenos días. - Colgué.


  Me acerqué a Gabriel y le dije que ya había informado al jefe.


 -¿Carina? – Sentí una voz detrás de mí. – ¿Eres tú? —



6 mar 2014

Capitulo 20

  - Respuesta ¿De qué? – reí.
 - De lo que te pregunte ayer. – me tomó de la cintura.
 - No me acuerdo. – sonreí pícaramente.
 - ¿Quieres ser mi novia? – susurró sobre mis labios.
 - Si. – Dije y acorté la distancia de nuestras bocas.


  Sebas comenzaba a bajar sus manos más allá de mi cintura, mientras yo jugaba con el cabello de su nuca. Pero alguien tocó la puerta. Nos separamos rápidamente y le indiqué a Sebastián que se escondiera en el closet. Tomé mi toalla y me la envolví de nuevo en el cabello húmedo.


 - Ya va – Dije y abrí la puerta.
 - Oh Cari ¿Te estabas bañando?. – Dijo Gabriel.
 - Si recién salgo del baño. – sonreí.
 - Todo está saliendo de maravilla. – sonrió contento. – Sólo no bajes ¿Si? Yo me quedaré ahí toda la noche. - Guiñó un ojo.
 - Ok, cuidado con lo que haces – golpeé levemente su brazo. – diviértete.


  Gabriel bajó las escaleras. Asomé mi cabeza para asegurarme que ya estaba abajó y no podía escuchar nada. Cuando me giré para decirle a Sebas que saliera me topé con él.


 - Cantas muy lindo. – dijo abrasándome.
 - ¿Me escuchaste cantar? – subí una ceja.
 - Si. – rió. – Así que tenemos toda una noche para nosotros dos solos. – me miró pícaramente.
 - En que estas pensando…
 - Em no sé... ver una película y tal vez ¿Dormir juntos? – Sonrió de lado.
 - ¿Pero no tendrás problemas en tu casa?
 - Les dije que me fui a la casa de Juan. – Me besó.
 - Bueno entonces ¿Que quieres que veamos? – Me dirigí a la cama.
 - Busquemos algo de la televisión. – Dijo tomando el control.


  La noche la pasamos con risas y bromas. Aparte de dulce él era gracioso y cada vez más me convencía de que no era una ilusión gustar de él. Era el chico perfecto.
  
  Al fin encontramos un película de terror y nos quedamos viendo… ya casi al final Sebas se quedó dormido. Apagué el televisor pero al verlo con los jeans y las zapatillas pensé que dormiría incomodo.


 - Vemos… - susurré. – Como te las quito sin despertarte.


  Tomé una de sus zapatillas y le desaté los cordones. Lo mismo hice con la otra hasta que pude deshacerme de las dos. Luego sería el pantalón pero me daba un no sé que de desabrocharle el botón del pantalón. Hasta que junte valor y lo hice. Desabroche con éxito el botón pero la cuestión sería bajarlo…


 - Porqué soy tan estúpida. – reproché en mi mente.


  Estaba por bajar su pantalón, cuando él despertó.


 - ¿Qué haces? – Dijo riendo.
 - Trataba de hacer que durmieras más cómodo. – Me sonrojé.
 - Vamos, no tienes que mentir... Sólo di que me quería violar y ya. – rió.
 - Hey – Exclamé. – Yo no quería hacer eso. – Dije roja.
 - Sólo bromeó linda. – Se acercó y besó mi mejilla.
  

  Él terminó de sacarse el pantalón para dormir en bóxer. Debía admitir que no dejaba de mirarlo… Por donde lo viera era hermoso.


 - ¿Qué pasó? – Dijo al notar que no dejaba de mirarlo.
 - Nada, sólo que tengo un novio demasiado sexy… - Dije riendo.
 - Y yo tengo a la novia más hermosa del mundo. – Me besó.


  Pasé mis manos sobre su cuello y él comenzó a acariciar mi espalda por encima de mi remera. Luego me levantó haciendo que lo rodeara con las piernas y así me llevó hasta la cama y me recostó suavemente. El beso continuó pero más apasionado. Sebas pasó sus manos desde mis pechos hasta mis muslos, mientras sentía que un bulto crecía. Me aventuré a recorrer con mi mano toda su espalda y bajar hasta sus glúteos. Un torbellino de sensaciones recorrían todo mi cuerpo y varios suspiros dejé escapar gracias a los besos de él. La cosa se ponía cada vez más erótica.


 - Sebas. – Dije en un suspiro. – No quiero terminar en algo más fuerte…
 - Perdón, perdón. – dijo separándose. – sólo me dejé llevar. – se acostó a mi lado.
 - Lo siento, debes pensar que soy una idiota.
 - ¿Por qué? – Dijo mirando. – ¿Por no querer perder tu virginidad? Al contrario, es muy tierno que aún reserves tu primera vez para alguien especial. – sonrió. – Me encantaría ser yo ese alguien.
 - Y lo serás. – Dije besándolo. – Sólo que ahora no es el momento.


  Seguido de eso nos acomodamos y dormimos. Sebas rodeó mi cintura y se durmió al instante, mientras que yo no podía pegar un solo ojo. ¿Por qué engañaba a este chico? ¿Por qué le mentía? ¿Por qué me metía en semejante lio?
    

  Luego de estar un rato pensando y reprochándome mentalmente el sueño me venció. —


4 mar 2014

Capitulo 19

  Subí rápidamente a mi habitación y me tiré en mi cama, estaba muy confundida, no sabía qué hacer. Y para colmo Me había mandado la macana de decirle Sebastián en vez de Pedro.


 - Cari ¿Puedo pasar? – Dijo Malena desde afuera.
 - Si.
 - ¿Que sucedió?
 - Estoy en crisis. – Agarré mi cabeza. – Todo me está saliendo mal.
 - Sólo Dime que paso… ¿Te descubrieron? – Se sobresalto.
 - No, bueno casi… - Pausé. – Le dije Sebastián en vez de Pedro.
 - Y ¿Que te dijo? – se sentó en mi cama.
 - Sólo se sorprendió y le dije que lo había visto en su habitación… Me creyó, sólo por un pelo.
 - ¿Como que su habitación? – Dijo abriendo los ojos. Genial, me descubrí yo sola. - Carina no me digas que tú…
 - NO – Exclamé. – Como se te ocurre. – Suspiré. – Supongo que tendré que contarte lo que sucedió esta mañana.


  Le narré todo lo que había pasado desde la vergonzosa escena del posta hasta la escena más bochornosa…


 - Carina ¿Te das cuenta que pusiste tu vida en peligro? – Dijo Malena.
 - Lo sé – dije desesperada. – Lo peor de todo es que él me gusta.
 - Si tu hermano te escucha te mata.
 - Lo sé y… hay algo que aún no te he contado. – Miré hacia abajo.
 - ¿Qué?
 - Quiere ser mi novio. – Dije susurrando.
 - Eso es bueno. – Dijo un poco más calmada.
 - Para mí no lo es. – Dije alterada. – ¿Qué hago?
 - Dile que sí.
 - Para ti es fácil, a ti no te gusta. – protesté.
 - Es la única forma Carina. Además. – añadió. – Tal vez crees que te gusta pero no lo es.
 - ¿Ah? – Dije confundida.
 - Muchas chicas piensan gustar de alguien pero sólo es una ilusión. – Explicó.
 - Si puede ser eso… - Dije aliviada.
 - Bueno te dejo dormir… - Dijo besando mi frente. – cualquier cosa, me cuentas – Salió por la puerta.


  Me fui al baño a cepillarme los dientes y me puse mi pijama para dormir.

  Era domingo y me levanté por el sonido de los pájaros en mi balcón. Miré mi reloj, 7:12 am


 - Malditos pájaros. – Susurré.
  
  Fui hasta el baño y volví… Mi cabeza me daba vueltas… Bajé por una aspirina y Gabriel estaba haciendo el desayuno.


 - ¿Qué haces levantada tan temprano pequeña? – Dijo aún con su atención en el desayuno.
 - Los pájaros no me dejaban dormir. – Hice una mueca.
 - ¿Cómo vamos a hacer hoy? – Dijo.
 - ¿Qué cosa? – Dije sin entender.
 - Lo que te dije ayer… me vas ayudar si o ¿no? – dijo frunciendo el ceño.
 - Claro que sí. – Dije.
 - Ok.
 - Después de almorzar iré con ella al Shopping y volveremos a la noche… ¿Ya sabes lo que tienes que preparar?
 - Si. – Dijo entusiasmado. – Pero que vas a hacer tú mientras nosotros estemos cenando.
 - Me quedaré en mi habitación. – Dije sin ganas. – no tengo ganas de salir.
 - Está bien. – Dijo.


  El día continuó normal, después de almorzar hice lo que habíamos planeado con Gabriel. Cuando volvimos… Dejé que Malena fuera hasta la cocina donde Gabriel le tenía todo preparado. Yo subí a mi habitación y me di una ducha relajante.

  Mientras me duchaba cantaba una canción muy pegadiza que había escuchado en la radio.

Puedo imaginar pero no sé cómo se siente 
Que el mundo se detenga cuando acaricia mi piel 
Que las manos del reloj no giren si no está presente 
Dicen que es tan suave, dulce y fluye como miel
(Jesse y Joy)

  Cuando salí de la ducha y me cambié ahí mismo en el baño. Luego volví a mi habitación con una toalla en la cabeza. Abrí la puerta de mi habitación y me di con una gran sorpresa.


 - Sebas ¿Qué haces en mi habitación?
 - Cari – dijo sorprendido. – yo pensé que te encontraría pero veo que estabas bañándote.
 - ¿Como entraste? Si mi hermano te ve te mata. – dije cerrando las cortinas del balcón.
 - Entre por tu balcón. – Sonrió. – Venía por mi respuesta… - se acercó a mí. —



Capitulo 18

  Mi corazón dejó de latir. Dios porqué me metía en tal embrollo. No podía articular ninguna palabra.


 - Yo… - Puso un dedo en mi boca.
 - No me lo digas ahora. – Sonrió.
 - Está bien. - sonreí.


  Desprevenidamente tomó mis mejillas y me acercó hacía su boca. Era un beso tierno y dulce. Suavemente acariciaba mi mejilla. Automáticamente coloqué mi mano en su nuca profundizando más el beso. Lentamente comenzó a introducir su lengua… Debía admitir que el chico sabía besar. Antes de separar nuestros labios mordí su labio inferior.


 - Auch – Dijo riendo.
 - Te lo merecías – reí tiernamente. – Me dejaste marcas en el cuello.
 - Lo siento. – sonrió. – Espero que no te haya causado problemas.
 - No, mi hermano no lo notó. – Hice una mueca.


  Nos quedamos abrasados viendo el resto de la película. El olor de su perfume me embriagaba y sentir sus enormes músculos me hacían sentir protegida.
  
  Al terminar la película nos levantamos y fuimos con Anabel y Juan que los habíamos dejado solos todo ese tiempo.


 - ¿Donde se metieron? – Dijo Juan levantando una ceja.
 - Fuimos a arreglar un par de cosas. – Dijo Sebastián guiñándome el ojo.
 - Cari, ¿Me acompañas al baño? – Ana quería contarme algo, Me había dado cuanta por la mueca que había hecho.
 - Claro, ya volvemos. – Dije sonriendo.


  Nos dirigimos al baño y ni bien terminamos de entrar Ana comenzó a hablar todo mezclado.


 - Espera – dije tranquilizándola. – Despacio. – Reí.
 - Juan dijo que hace mucho que yo le gustaba y quiere que andemos en “algo” – Dije haciendo comillas imaginarias.
 - Que bien. – Sonreí.
 - Y ¿Tú? – Dijo emocionada.
 - Pedro me pidió ser su novia. – Dije no con tanto entusiasmo.
 - OHH eso es genial – Dijo emocionada. – Pero, no te veo tan contenta. – Dijo seria. – ¿Pasó algo?
 - Es que… - Suspiré. – No entenderías, tal vez… otro día te lo explique.
 - Ok. – Dijo. – Vamos, los chicos nos deben estar esperando.
 - Está bien. – sonreí.


  Los chicos no estaban esperando sentados en una mesa.


 - ¿Listas? – Dijo Juan.
 - Si. – Dijimos al unísono.
 - ¿Dónde iremos? – Pregunté.
 - Las llevaremos a un lugar especial. – Dijo Sebastián.


  Salimos del cine y nos caminamos hasta un parque con un lago. El lugar era hermoso. En el agua se reflejaba la luna llena.


 - Es bello. – Dije admirando el lugar.
 - Anabel ven que quiero enseñarte algo. – Juan tomó su mano y se fueron.
 - Supongo que quedamos nosotros dos. – sonrió.
 - Si… Oye Sebastian… - Me interrumpió.
 - ¿Sebastián? – Se sorprendió. – ¿Como sabes que es mi nombre?
 - Hoy en tu habitación. – Dije nerviosa… Cómo fue posible que se me escapara – Vi en la puerta que decía Sebastián.
 - Oh… - Dijo agachando la cabeza.
 - ¿Porqué mentiste tu nombre?
 - No me entenderías… - Dijo cabizbajo. – Pero no le digas a nadie que ese es mi verdadero nombre. – Suplico. – Eres la única que lo sabe.
 - Ok… - Dije aliviada, Al parecer se había creído lo de la puerta.


  Caminamos de la mano cerca del lago. Conversando un poco más para “conocernos” le gustan los deportes extremos y jugar rugby. También juagaba al tenis. Algunas veces actuaba y también era fanático de los autos. Él no era malo, era tierno, dulce y muy lindo. Estaba comenzando a pensar en dejar la misión. Como haría para matarlo si yo ya le tenía muchísimo afecto. Cada vez que veía sus labios quería besarlos.


 - Sebas… - dije abrasándolo del cuello.
 - Que lindo sobrenombre me pusiste- dijo con una sonrisa- ¿Qué querías linda?
 - Creo que ya es tarde…
 - Si, ¿Quieres que te lleve a casa? –
 - Por favor. – Dejé un tierno beso en su boca.
 - Ok, pero ¿Donde estarán Juan y Anabel? – Dijo sin soltarme de la cintura.
 - No creo que debamos preocuparnos por ellos. – Sonreí. – Pero voy a mandarle un mensaje a Ana diciéndole que ya nos vamos. – Saqué mi celular y envié el mensaje.


  Al instante Ana me contesto que estaba todo bien que ella se quedaría con Juan.
  
  Sebas me dejó en mi casa.


 - La pasé muy lindo contigo. – Sonreí.
 - Yo también. – sonrió. – Te veo después. – Beso mis labios.
 - Adiós. – entré a la casa.