- Russo… - Susurré entre dientes.
Si bien Russo tenía unos ojos peculiares (uno celeste y el otro verde) El ojo de vidrio cubría uno de ellos impidiendo ver esa peculiaridad.
- Oh… Que lista eres pequeña Carina.
- No te saldrás con la tuya.
Cuando paró en un semáforo, aproveché para abrir la puerta del auto y salir corriendo. Sentí como la puerta del auto se abría y Russo comenzaba a perseguirme gritando cosas.
Marqué como pude el número de Sebastián.
- ¿Qué sucede amor?
- Sebastián, estoy en peligro. – Dije desesperada metiéndome en un callejón para esconderme.
- ¿Dónde estás?
- No lo sé, pero Russo me intentó secuestrar y ahora me persigue.
Llegué al final del callejón y me di cuenta que era uno sin salida.
- ¡La puta madre! No tiene salida.
- Carina voy a buscarte, ¿Sabes más o menos dónde estás? – Preguntó Sebastián más que preocupado del otro lado.
- Creo que estoy en Martínez… - Dije tratando de recordar por donde había venido corriendo.
- Estoy ahí en unos minutos.
- No te demores, por favor.
- Aquí estas… - Dijo esa voz tenebrosa.
- Aléjate, no sabes con quien estas tratando.
- Por favor… - Dijo acercándose. – Una lindura como tú ¿tan peligrosa? – Pasó su mano por mi mejilla la cual la quité con asco y traté de hacerle una llave de defensa personal pero fallé ya que él me tomó del pelo y me tapó la boca.
- ¿Qué intentas hacer cariño? – Dijo susurrándome en el oído. – Creo que tú y yo la vamos a pasar genial en mi escondite. – besó mi cuello.
***
Alrededor de una hora, Russo me bajaba del ese auto para llevarme a las rastras a un lugar que no podía ni si quiera ver ya que me había vendado los ojos.
- Quédate aquí. – Dijo arrojándome a un colchón que estaba tirado en el piso. – Volveré en unos minutos y nos podremos divertir juntos. – Dijo riendo tenebrosamente.
Cerró la puerta con llave y se fue.
Rápidamente me paré y traté de buscar mi celular pero no lo tenía, seguramente ese idiota se lo había llevado. Comencé a buscar algo con que abrir esa puerta pero no tenía nada, lo único que me quedaba por hacer era gritar por ayuda.
***
*Narra Sebastián*
Gabriel, Malena y yo buscábamos desesperadamente rastros de Carina.
- Ven, yo se lo advertí. – refunfuñó Gabriel. - ¿Pero Me hace caso? No. Claro que no… Ahora vaya a saber donde la tienen.
- Gabriel, hay algo que no te dijimos. – Dijo Malena.
- ¿Qué?
- Carina está embarazada.
Gabriel frenó el auto bruscamente y se giró a verme con una expresión rara en su rostro.
- Tú y ella van a… a… - Tartamudeó.
- Si, seremos padre. – Sonreí nervioso.
- Seré tío. – Dijo sonriendo con ternura.
- Gabriel, estos nos son momentos de conmoverse hay que encontrar a Carina y salvarla. – Dijo Malena volviéndolo a la realidad.
- Está bien.
En unos minutos llegamos a Martínez y me bajé rápidamente para comenzar a buscar alguna pista, pero no… nada. NO HABÍA NADA. Comencé a caminar de vuelta al auto cuando sin querer pateé algo. Miré al suelo y era el celular de Carina. Lo tomé.
- Estuvo aquí. – Dije subiendo al auto. – se la llevaron de aquí.
- ¿Cómo haremos para encontrarla? – preguntó Malena.
- Sé quien nos puede llevar a la guarida de Russo.
***
- VAMOS PERRA, DIME DÓNDE LA TIENE. – Dije tomándola por los hombros y gritándole.
- No lo sé, no sé de que hablas. – Dijo con un par de lágrimas en los ojos.
- No hagas que te golpeé. Dime donde la tiene a Carina o juro que o respondo de mí.
- Está bien. Te diré dónde está, pero tengo mis condiciones.
- Dime.
- Cuando la liberen, tú cortaras con ella y le dirás que te enamoraste de mí y nos iremos juntos a Europa.
- ¿Por qué quieres que le diga eso? – Pregunté confundido.
- Porque tengo planes para ti. – pausó. – ¿Aceptas?
Lo dudé por varios segundos, el plan de Ivana era confuso, igual o pensaba hacer eso… La chica estaba desquiciada… pero si dejarían a Carina y a mi bebé en paz sería capaz de dar hasta mi vida.