11 oct 2014

Capitulo 15

- Wow, hermanita. – dijo Gaby abrazándome una vez que terminé de bajar las escaleras. – te ves hermosa.
- Gracias Gaby.
- Estas… estas… Preciosa. – Dijo Sebas tomando mi mano.
- Tú también estas guapo. – dije sonriendo.
- Bueno es hora de irnos. – dijo Gabriel.


  Todos juntos salimos de casa y Gaby condujo hasta el registro civil.



***
-Yo, Sebastián Estevanez, te tomo a ti, Carina Zampini, como esposa y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida. – Me colocó la alianza.
-Yo, Carina Zampini, te tomo a ti, Sebastián Estevanez, como esposo y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida. – repetí el mismo acto.
- En virtud de los poderes que me confiere la legislación del estado, los declaro unidos en matrimonio. Puedo besar a la novia. – dijo el oficiante.


  Sebas no dudó ni un segundo en tomarme de la cintura y aproximarme a él para besarme. Toda la gente aplaudió y silbaron y gritaron la típica frase “Vivan los novios”.
 
  Sebastián y yo salimos tomados de las manos mientras pasábamos por la lluvia de arroces que nuestros amigos nos tiraban. Nos quedamos un par de minutos sacándonos fotos y luego fuimos todos juntos a almorzar. La estábamos pasando genial.
 
  La noche llegó, Sebas y yo volvimos a nuestra casa e íbamos a tener la denominada “Noche de bodas”.


- Se ¿estás seguro que puedes abrir la puerta conmigo en brazos? – dije riendo ya que aún seguíamos afuera y Sebas no podía abrir la puerta de entrada.
- ¿Me crees inútil? – siguió intentando.
- No, pero ya hace media hora que estamos aquí y ya está comenzando a refrescar. – traté de esconder mi risa.
- Ok, bájate, no puedo. – dijo resignado.


  Comencé a reír a carcajadas, Sebas solo frunció el ceño.


- Ok, ok que chistoso. – Dijo sarcástico.
- Sebastián. – dije en seco. – Mira… Alguien ya trató de forzar la puerta trasera. – la cerradura estaba dañada, tanto que no se podía abrir ni cerrar, esto era peligroso o era un ladrón o los secuaces de Russo, que ya sabían dónde vivíamos.
- Debemos asegurar la casa. – dijo Sebastián preocupado. – Mañana mismo voy a encargarme de eso. Ahora… - Dijo con una mirada pícara. – Sólo quiero encargarme de ti. – Me alzó a horcadas.


  Comenzamos a besarnos apasionadamente mientras subíamos las escaleras. Sebas abrió a ciegas la puerta de nuestra habitación y me recostó suavemente en la cama. Comenzó a desabrochar mi vestido mi entras dejaba suaves besos en mi cuello. La situación se puso cada vez más calurosa, pero en el momento justo en el que iba a deslizar mi vestido, algo muy fuerte en la sala sonó.


- Sebastián, detente. – dije apartándolo.
- ¿Qué pasó? – Dijo desconcertado.
-¿No escuchaste? Algo sonó abajo, en la sala.
- Seguro no fue nada. – dijo volviendo a atacar mi cuello con suaves beso. Me relajé y volví a lo que estábamos pero el mismo ruido volvió y esta vez más fuerte.

  Sebastián se paró inmediatamente y sacó una de sus armas del ropero.

- Carina quédate aquí. – Dijo abrió la puerta.


  Obviamente no me iba a quedar con los brazos cruzados así que saqué una escopeta que tenía escondida debajo de la cama, me saqué los tacones y bajé.

  Sebastián miraba a su alrededor. Cuando me vio frunció el ceño, pero no dijo nada, sólo me hizo seña de que volviera arriba. Negué con el dedo índice. Me ubiqué a su lado y nos quedamos en silencio.


- Vamos arriba, Sebas. – Murmuré, aun desconfiando a mi entorno.
- Ok.


  Sebastián dio media vuelta y de pronto un/a sujeto todo vestido de negro con una capucha salió de atrás de las cortinas y disparó a Sebastián, afortunadamente no le dio.
Ahí es cuando nos refugiamos detrás del sofá y comenzó el tiroteo.

  Sebas logró darle un balazo en uno de sus brazos y fue ahí cuando esa persona rompió el vidrio de una de las ventanas y salió huyendo.


- Nos vamos de esta casa, Sebastián. – Dije subiendo rápidamente las escaleras.
- No podemos Carina. – Dijo el deteniéndome. - ¿Y si nos atrapan afuera?
- ¿Acaso no ves lo que acaba de ocurrir? Nuestras vidas están en peligro, ya saben dónde vivimos. – Sebastián se quedó en silencio.
- Ok, llama a Gabriel y diles que vamos para ahí.


  Subí volando las escaleras tomé algo de ropa, mi celular, un arma por las dudas y fuimos lo más rápido a casa de Gabriel.




***
- Y luego salió por la ventana. – Contó Sebastián.
- Oh Dios mío. – Dijo Malena. – Deben asegurar muy bien la casa.
- De eso me encargaré mañana. – Dijo Sebas.
- Mientras tanto se van a quedar aquí.
- Ok. – dijimos al unísono Sebas y yo.


  Malena nos preparó la que había sido nuestra habitación y luego nos fuimos a acostar.
Sebastián entró al baño y yo me quedé sentada en la cama pensando en todo lo que había sucedido. Las lágrimas comenzaron a salir, y llevé mis manos a la cara. Era tan triste, Por mi cuerpo recorría la bronca y la desilusión de vivir y tener por lo menos pasar bien la primera noche con mi esposo. Me tiré en la cama y comencé a llorar desconsoladamente.


- Amor, ¿Qué ocurre? – Dijo Sebas acariciando mi pelo. – ¿Te duele algo?
- No. – Dije sollozando. – Es que, toda esta situación me pone mal…
- Tranquila, amor. – Dijo Él besando mi frente. – Sólo hay que dar gracias a Dios de que aún seguimos vivos y juntos.
- Es que, me da bronca, por fin que vivíamos en paz y que estábamos contentos por lo del casamiento y… Te juro que cuando atrapemos a Russo lo voy a matar con mis propias manos. – Dije con amargura.
- Bueno, cálmate. – Dijo abrazándome. - Mañana iré aseguraré la casa y podremos volver. – sonrió. – Ahora sólo duerme…
- ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? – pregunté más calmada, mientras él me acariciaba el pelo.
- Porque nada puede arruinar la felicidad que siento. – sonrió. – Este día ha sido el mejor de mi vida, pese a lo que acaba de ocurrir. – besó mi mejilla.
- Por eso te amo. – Sonreí. Él tenía razón, nada iba a opacar este día, que había sido tan importante para nosotros.
Finalmente me dormí en sus brazos, mientras él acariciaba mi cabello.