11 oct 2014

Capitulo 14

  Mientras almorzaba veía como Sebastián conversaba con el jefe sobre la situación, él estaba obsesionado con lo de la licencia.

  Colgó con una sonrisa y volvió hacia donde yo me encontraba.


- Qué dijo
- Dijo… Que es lo mejor y que te vas a tomar una semana de licencia, para que vayas al médico, descanses y hagas otras cosas.
- Sebastián, no quiero una licencia. – Dije suplicando.
- Carina, es por tu bien. No quiero que nada malo te pase. – besó mi frente. – hazlo por mí.
- Ok, lo haré por ti. – dije resignada.
- Gracias. – sonrió. – bueno me tengo que ir, Alejandro mandó un mensaje, es hora de interrogar a los Suarez. – besó cortamente mis labios. – Te veo luego, amor. – cerró la puerta.
- Ok. – suspiré. – Pero no va a salirse con la suya.


  Terminé de almorzar, me cambié [http://www.polyvore.com/vip/set?id=84847684 ] y salí en un taxi. Tenía curiosidad por la tal Ivana, además de que no me agradaba nada por lo de Sebastián, ella era extraña, siempre estaba ocupada hablando por su teléfono o nunca aparecía cuando teníamos que perseguir a Russo.

  La vi salir del edificio y subir en su auto rojo.


- Siga a ese auto. – le dije al taxista.
- Como ordene.


  Ivana condujo hasta una casa un poco alejada del centro y los grandes edificios. Parecía ser su casa. Entro y luego salió vestida con otra ropa. Hacía calor, llevaba puesto una remera de tirantes roja y un short de jean. Al entrar a su auto vi en su pantorrilla derecha como una especie de tatuaje, parecido al de la chica de la foto.


 - Un segundo… - Murmuré. - ¿Es ella?


  Mi celular comenzó a sonar.


- Hola.
- Amor, ¿Dónde estás?
- Estoy en el médico. – mentí.
- Ok, voy yendo para ahí.
- Ok.


  El auto arrancó y le ordené al conductor que la siguiera.

  La pelirroja salió a una carretera y luego de unos minutos se perdió por un camino de tierra y unos arbustos.


- Discúlpeme señorita, pero ya no puedo entrar para ahí. – dijo el conductor deteniéndose.
- No, está bien… vuelva al hospital. – le dije.
- Como diga.


  El chofer fue hasta el hospital y me dejó ahí. Le pagué y me quedé en la vereda a esperar a Sebas.

  Él apareció unos minutos después.


- ¿Y? qué dijo.
- Está todo bien. – mentí. – Sólo debo alimentarme bien… Es como te decía.
- Oh, entonces me quedo más tranquilo. – sonrió.


  Juntos volvimos a casa e hicimos la lista de cosas que faltaban para redecorar la casa.



***
  Un par de días después.
***
  Salí de ducharme y traté de contener las náuseas que no habían cesado desde hacía un par de días. Trataba de contenerme porque no quería que Sebastián me mandara otra vez al médico, quería seguir en el caso investigando a Russo y a Ivana. Pero este día era el más especial de todos… Por fin era el día de mi casamiento.
Sebastián y Gabriel estaban en la habitación de huéspedes arreglándose y Malena y yo estábamos en mi habitación vistiéndonos.


- Aún no puedo creer lo bien que les quedó la casa. – dijo Malena entregándome el vestido que había elegido. – La decoraron fantástica.
- Gracias. – dije colocando una toalla en mi cabello. – Aún le faltan cosas, pero por lo menos la pintamos y le pusimos cortinas nuevas a los ventanales de la sala.
- Pero te digo que aun así, esta genial. – pausó. - Carina, te veo distinta… - dijo Malena haciendo una mueca.
- ¿Cómo que distinta? – pregunté sin entender.
- Si, es como si… fueses otra Carina.
- Oh pues, no cambie en nada.
- No, no me refiero a eso… es otra cosa.
- debe ser tu imaginación. – dije colocándome los tacones.
- Si, debe ser eso. – rió. – Ahora ven así te peino.


Después de media hora terminé de cambiarme, peinarme y maquillarme. [http://bucket3.clanacion.com.ar/anexos/fotos/92/estrellas-en-un-flash-1513892h430.jpg].


- Estas hermosa Carina. – dijo Malena con los ojos cristalizados.
- Gracias. – Dije sonriendo. – Creo que es hora de bajar.
-Ok vamos.


Bajé las escaleras, un tanto nerviosa… Sebas y Gabriel estaban de espaldas conversando, los dos con unos trajes muy elegantes. Gaby tenía a Guille que estaba vestido con un pequeño smoking, que parecía una ternurita. Al sentir los pasos por las escaleras, Sebastián dio media vuelta y a simple vista parecía estar petrificado.