11 oct 2014

Capitulo 13

  Me desperté en mi habitación, prisionera de unos fuertes brazos. Giré un poco más y vi como Sebastián dormía plácidamente. Una de mis piernas estaba sobre la de él. Aún no entendía muy bien lo que había sucedido, lo único que recordaba era haberme desmayado en la sala.

  Me quedé mirando a Sebas un par de segundos. Sus pestañas largas, su perfecta nariz, su boca rosada y tentadora. Me acerqué sólo un centímetro más y besé cortamente sus labios. Él comenzó a abrir sus ojos y luego su boca se curvó en una sonrisa.


- ¿Estás bien? – preguntó.
- Sí. – volvía besarlo.
- Anoche me preocupaste, cuando volví a la cama y no estabas baje y te vi tirada en el suelo, mi corazón comenzó a latir desesperado. ¿Sabes lo mucho que me asusté? No pude llevarte a un médico porque… - Lo callé con un beso. - ¿Sabes? Es lindo que me calles así. – sonrió.
- Fui a buscarte porque no quería que estuvieses molesto. – dije algo apenada. – Me estaba durmiendo y… TÚ SABES QUE TE AMO, NO HACE FALTA QUE TE LO DIGA. – Me quejé.
- Ya lo sé. – me besó. – Sólo pensé que aún seguías molesta por lo de… - Lo volví a callar con un beso. No quería que estuviese remarcando siempre ese tema, sino haría que me enojara en serio.
- Espero que no se te haga costumbre eso de callarme a besos. – Rió.
- Sino qué. – lo reté.
- Voy a querer que lo hagas todo el tiempo. – susurró.
- No tengo problemas.
- Carina.
- ¿Sí?
- Quiero preguntarte algo, pero no sé si… te va a molestar.
- Pregúntalo.
- ¿Segura?
- Anda.
- Ok, ¿Qué le dijiste a Ivana ayer en el centro comercial?
- ¿Otra vez con eso? – Bufé. – Eso no importa. Listo. Ya fue.
- Sólo preguntaba.
- Olvídate de eso… ¿Si? Yo ya dejé bien en claro las cosas con ella.
- Ok. No te exasperes. – besó mi frente.
- No me exaspe… - Me calló con un dulce beso. - ¿Ahora eres tú el que me calla con besos? – reí.
- Claro. – rió.


  Luego de estar un rato acostados nos levantamos. Teníamos que ir con Ale y la pelirroja mal teñida de Ivana.

  Ale nos había enviado un mensaje con la dirección del nuevo punto de encuentro.


- Buenos días. – Dijo Ale. – Tengo que decirles que he encontrado otra pista para atrapar a Russo.
- ¿A sí? – dijo Ivana. - ¿Cuál?
- Uno de mis colegas me paso la data de que en estos momentos va en camino al aeropuerto en busca de uno de sus socios… Segundo Cernadas. A lo mejor podemos atraparlos ahí.
- Ok, ¿Qué estamos esperando? Vamos. – Dijo Sebas.


  Cada uno se fue en su auto hasta el aeropuerto. Entramos por atrás y pudimos ver el momento justo en el que el auto negro de Russo salía otra vez a toda prisa.


-¡Maldición! – Exclamé. -¿Cómo es posible que siempre este un paso adelante que nosotros?
- Sujétate, porque otra vez va la persecución.


  Inmediatamente llamé a Ale.


- Se escapan de nuevo. –dije.
- Lo sé, vengo detrás de ustedes, lo único que no sé es donde se metió Ivana.
- Esa idiota. ¿Dónde está cuando se la necesita? No sé ni para que la pusieron en este caso, lo único que hace es estar paveando por ahí.
- Ya Carina. – dijo Sebastián. Giré mi rostro y lo fulminé con la mirada.


  Colgué, Saqué de nuevo el arma de abajo del asiento del copiloto y saqué la mitad de mi cuerpo por la ventana.


- Acércate más Sebastián.


  Sebastián obedeció y aceleró aún más. La ventaja era que no había mucho tránsito ya que íbamos por una carretera.

  Ale se fue del lado derecho del auto de Russo y Sebastián encaró por el izquierdo.
Alejandro comenzó a rozar el auto con el de Russo para que perdieran estabilidad y yo desde mi lugar comencé a dispararle en las gomas. Por suerte logré darle a la trasera y comenzó a perder velocidad, luego le di a la delantera y el auto fue parando lentamente.
Los rodeamos, ya no tenían escapatoria. Alejandro inmediatamente pidió refuerzos. Sebastián sacó un arma de debajo de su asiento y los dos nos bajamos del auto.


- Salgan con las manos en alto. – Gritó Sebastián. – Los tenemos rodeados.


  Lentamente la puerta del piloto se abrió y salió Diego y del otro salió Emiliano.


- Las manos, donde las vea. – Lo apunté con el arma.


  Procedimos a esposarlos y luego revisamos el auto. Russo no estaba. Todo había sido como una especie de señuelo, pero teníamos a los hermanos Suarez. Algo era algo.


- Bien hecho Cari. – Dijo Ale abrazándome. – eres genial. –besó mi mejilla.
- Pues, gracias. – sonreí.
- Hmm. – carraspeó Sebas. – supongo que ya deben venir los refuerzos.
- Sí. Pero lo que no entiendo es… ¿Cómo sabían que nosotros estábamos en camino? Cuando llegamos ellos ya estaban saliendo a toda prisa.
- Esto es… - De pronto comencé a marearme y casi caigo. Gracias a Dios Sebas me sostuvo a tiempo.
- Carina ¿Te encuentras bien? – preguntó Ale.
- Oh si claro… está a punto de desmayarse y seguro estará bien. – dijo Sebas sarcástico.
- Oye, ¿Qué te sucede? Sólo me preocupo. – dijo Ale molesto.
- Ya, tranquilos. – dije a penas. – sólo tengo que comer algo, nada más. Hoy no desayuné bien.
- Iremos a un médico.
- No, sólo debo comer algo, eso es todo.
- Llévala, yo me quedaré con los Suarez.
- ¿Seguro que podrás cuidarlos? – preguntó Sebas.
- Si, si llévala.
- Vamos.


  Sebas me cargó hasta el auto y comenzó a conducir.


- Sebas, no quiero ir a un médico… sólo tengo que comer. ¿Quieres hacerme caso?
Ahora volvamos con Alejandro.
- No quiero arriesgarme. Puede ser algo grave.
- Sebastián, conozco mi cuerpo. No comí bien, eso es todo.
- Ok. Pero igual iremos a un médico.
- Si lo sé, tengo que ir, pero ahora no sólo quiero saber cómo es que Russo sabe cada paso que damos.
- Bueno Srta. Espía ahora vamos a ir a comer y luego al médico… Y le voy a decir al jefe que te de licencia por unos días. No puedes andar así… Menos si tenemos que atrapar a un tipo peligroso como Russo.
- No me gusta la licencia. – refunfuñé.
- Ve el lado positivo… Vas a tener tiempo de re-decorar la casa. – sonrió. – Ivana, Alejando y yo podemos encargarnos de este caso.
-Mmmm no lo creo. – Rápidamente se me vino a la mente las palabras de Ivana: “– Y voy a hacer lo que SEA para que se fije en mí…” Oh no, menos sabiendo que ella pondría sus tácticas de seducción con Sebastián. No podía permitirlo. – Tú no te preocupes, yo voy a estar bien y voy a seguir con ustedes en el caso. No hay nada que me haga dejar un caso, Sebastián.
- No lo vas a dejar, sólo… te tomaras unos días de descanso.
- No los necesito.
- Claro que sí.
- No Sebastián.
- Carina, ¿Eres o te haces? Te vas a tomar unos días de descanso quieras o no. – dijo molesto y la conversación terminó.