Nos apartamos lo suficiente como para que Ivana no escuchara nuestra conversación.
- Se puede saber… ¿Qué demonios haces coqueteando con… esa? – dije indignada.
- Esa se llama Ivana. – dijo serio. – Y no estaba coqueteando sólo conversábamos.
- Ajá, seguro. – murmuré.
- Carina. – me tomó por las mejillas acercándose hacía mi. – No me digas que estás celosa… - rió en mis labios.
- No. – dije seria sin mirarlo a los ojos.
- Te amo. – dijo.
No contesté.
- ¿Tú no me amas? – hizo pucheros.
- si. – murmuré bajito.
- No escuché.
- Que si te amo. – Dije exasperada.
- Entonces, si nos amamos ¿Cuál es el problema? – dijo. – A la única que quiero coquetearle es a ti y a nadie más. –me beso. – Aparte, ya te dije que no veo las horas de casarme contigo.
- Como digas… - dijo enojada.
- Carina...
- ¿Qué?
- No te enojes ¿sí? – hizo pucheros.
- Ok, no me enojo. – sonreí.
Desprevenidamente me tomó de la cintura y me dio un beso muy fogoso. Automáticamente puse mis manos en su cuello y él me arrinconó más contra la pared. Comenzó a deslizar sus manos por mi cintura bajando aún más. Esto ya se estaba saliendo de control. Sebastián se entusiasmaba muy rápido.
- Sebastián. – lo detuve. – estamos en el trabajo.
- Vamos al baño. – rió.
- ¡Ey! – exclamé golpeándolo levemente. – Vamos que esa tonta está ahí esperándonos.
- Carina... – Alargó.
- ¿Qué? Es sólo de cariño. –sonreí despreocupada. El sólo me miro serio por unos segundos, pero luego sonrío.
En realidad, no me tragaba a la tal Ivana. Desde el momento que la vi en la oficina del jefe supe que no andaría bien con ella... era muy obvio que estaba interesada en Sebastián. La forma en la que lo miraba, como se dirigía a él, como se inclinaba dejando al descubierto su escote. Eso comenzaba a molestarme y aunque ya no era tan fría como antes, no pensaría dos veces en “aclararle” quien es la futura esposa de Sebastián.
Le comuniqué a Ivana donde debíamos encontrarnos. Ella se fue en su convertible rojo y Sebastián y yo subimos al auto.
- Carina, una pregunta.
- Si. Dime.
- ¿Qué fue Alejandro para ti…? – preguntó inesperadamente.
Reí. - ¿De dónde sacaste eso?
- James una vez me contó sobre Ivana. – Dijo serio.
- Él fue un amor del pasado…
- Y ¿Qué pasó? – preguntó interesado en saber más.
- Lo nuestro no se dio… Yo recién comenzaba a olvidar el trauma de mi niñez, No quería nada con nadie. Pero lo quiero como a un hermano, me ayudó un montón.
- ¿Pero hubo algo más? – Insistió.
- ¿Qué es esto? – reí. - ¿Un interrogatorio?
- Solo quiero saber. – rió.
- No, nunca llegamos a ser algo. Él me gustaba, Yo le gustaba… pero la cosa no iba funcionar y siempre quedamos como amigos.
- Entiendo. – Dijo mirando hacía el camino.
- Luego conocí a un hombre perfecto. – Continué.
- ¿A sí? – se giró a mirarme.
- Si.
- ¿Quién es?
- Es… - Pausé.- La persona con la que voy a casarme. – Sonreí. Él sólo rió. - ¿por qué preguntaste por Alejandro?
- Vamos a trabajar con él… Y no sé… - Dijo excusándose.
- Sebastián, no quiero problemas entre ustedes ¿sí?
- Yo tampoco quiero problemas entre tú e Ivana.
- Ya hablamos de eso. – fruncí el seño.
- Ok, ok… No te enojes. – Besó mi mejilla.
El viaje continuó en silencio hasta que llegamos a la cafetería donde seguramente ya estaba Alejandro esperándonos.
Bajé del auto y miré hacía ambos lados, ninguna señal de Ale.
- ¿Dónde se habrá metido? – Murmuré.
Sentí como cubrían mis ojos.
- Hola Cari. – Dijo detrás de mí.
Media vuelta y lo abracé. Hacía mucho que no nos veíamos.
- ¡Ale! – Exclamé.
- Te extrañé. – Dijo sin deshacer el abrazó.
- Hmmm… - Sentí un carraspeo detrás de nosotros