Una cálida sensación recorría mi cuerpo. Que mejor que despertar cada mañana junto a la mujer que amo.
Los primeros rayos de Luz se asomaban por la ventana de nuestra habitación.
Me giré para ver su rostro, aún seguía dormida. Acaricié suavemente su mejilla y dejé un beso en sus labios. Ella se retorció entre las sábanas y lentamente abrió los ojos.
- Que linda forma de despertarme. – murmuró medio adormecida.
- Eres tan linda cuando duermes... – Besé su frente.
- Sebastián… - Alargó escondiéndose en mi pecho.
- ¿Después de cinco años juntos aún te sonrojas por decirte linda? – reí.
- Si. – Dijo sin sacar su rostro de mi pecho.
- Por eso te amo. – Besé su cabello.
Sentimos el llanto de un bebé.
- Será mejor que me levante a ayudar a Malena con Guillermo. – Dijo sentándose en la cama. – James le faltan un par de semanas en Rusia y la pobre no tiene quien le ayude.
- Ok. – reí.
Minutos después bajé y vi una escena muy tierna.
- Ya bebé, ya… - dijo Carina murmurando. Tenía a Guille en brazos dándole su biberón. – tranquilo ¿si?
- Gracias Carina. No sé como lo haces… - suspiró.
- Sólo tienes que tenerle paciencia. – sonrió dejándolo en su coche.
- Gabriel ya lo extraña, no ve las horas de volver. – Dijo Malena sirviéndonos café.
- Me imagino. – Reí.
- ¿Y ustedes? – preguntó Malena.
- Nosotros que. – Dijimos al unísono.
- ¿Piensan tener hijos verdad?
- ¿Qué? – Dijo Carina. Yo comencé a toser. – Sebastián ¿Estás bien?
- Si, si eso creo. – Dije recomponiéndome. - ¿Hijos?
- Es muy pronto para tener hijos Malena… - Dijo Carina.
- Aún no nos casamos. – Dije.
- Sería lindo que tuvieran un hijo. – Rió Malena.
Carina y yo nos miramos. ¿Realmente estábamos preparados para tener un hijo?
Antes de que dijera algo mi celular sonó.
- ¿Hola? – contesté.
- Sebastián.
- Jefe… ¿Qué pasó?
- Necesito que venga Carina y tú.
- Claro, en diez estamos allí. – Colgué.
- ¿Qué pasó? – dijo Carina.
- El jefe nos espera en la oficina. – Dije tomando las llaves del auto.
- Malena… El jefe nos necesita. – Dijo. – Cualquier cosa que necesites me llamas ¿ok?
- Claro. – sonrió.
Ambos nos subimos al auto y manejé hasta el edificio de la agencia.
Cuando entramos al ascensor todo estaba en silencio.
- ¿Sebastián?
- Si… mi amor. – La abracé por la espalda.
- A ti… te gustaría… - Dijo nerviosa. - ¿tener un hijo? – reí.
- Si, y más si es contigo. – Besé su mejilla.
- ¿Seguro? – preguntó.
- Claro. – reí. – además aún nos falta mucho para tener hijos. – iba besarla pero la puerta del ascensor se abrió en el 4º piso. Un hombre de traje entró.
Se veía medio raro. Su ojo izquierdo era de vidrio… Debía decir que me daba un poco de escalofríos. La puerta del ascensor abrió en nuestro piso y salimos de allí.
Abrí la puerta de la oficina del jefe y allí y vi a una chica, de cabellos pelirrojos, con una bonita figura…
*Narra Carina.
Lo primero que vi al entrar de la oficina del Sr. Williams fue la cabellera roja de una chica. Esta se giró y nos regaló una sonrisa coqueta.
- Los estábamos esperando… - Dijo el jefe.
- Buen día. – Dije.
- Buenos días. – Dijo ella.
- Quiero presentarles a Ivana Saccani. Ella será su nueva compañera para esta misión. – pausó. – Ivana ellos son Carina Zampini y Sebastián Estevanez. – Nos presentó.
- Un gusto. – Dijo mirando a Sebastián.
- El gusto es mío. – Dijo besando su mano.
¿Pero que demonios estaba haciendo?
- Oh, un placer conocerte. – Dijo mirándome.
-Igualmente. – Sonreí falsamente.
- Bueno para que nos llamó. – Dijo Sebas.
- Alejandro Ortiz está tras de un peligroso asaltante de bancos buscado por la FBI, por fraude, robo, asesinatos y violación, su nombre es Hernán Russo. Él necesita su ayuda, está trabajando desde hace días en este caso y ya tiene una idea de cómo más o menos atraparlo.
- ¿Cuánto nos pagaran? – preguntó Ivana.
- 20 millones de verdes. – pausó. – Para cada uno.
- Es justo. – Dijo Sebas.
- Carina, llama a Alejandro y arreglen con él para comenzar.
- Entendido.
Salí de la oficina de Williams y llamé Alejandro.
-Alejandro.
- ¡Carina! – Exclamó.
- ¿Cómo has estado? – Pregunté riendo.
- Bien, con trabajo.
- El jefe me informó de que estas detrás de Russo y nos mando a ayudarte.
- ¿Nos? – preguntó confundido.
- Si, Sebastián, una chica nueva y yo…
- Ah. – Dijo cortante. – Sigues con ese.
- Alejandro, por favor… - suspiré. – Después hablamos sobre eso.
-Ok, ¿Dónde nos encontramos?
- Te veo en la cafetería Martínez de Corrientes, en treinta minutos.
- Ok, los veo allí. – Colgó.
Di media vuelta para comunicarles a los demás donde nos encontraríamos, cuando vi a Sebastián recostado en la pared con una sonrisa coqueta en su rostro.
Me acerqué lentamente. – Oye Sebas cariño… - Dije con una sonrisa. - ¿podemos hablar dos segundos en privado?
- Claro. – Dijo…
Los primeros rayos de Luz se asomaban por la ventana de nuestra habitación.
Me giré para ver su rostro, aún seguía dormida. Acaricié suavemente su mejilla y dejé un beso en sus labios. Ella se retorció entre las sábanas y lentamente abrió los ojos.
- Que linda forma de despertarme. – murmuró medio adormecida.
- Eres tan linda cuando duermes... – Besé su frente.
- Sebastián… - Alargó escondiéndose en mi pecho.
- ¿Después de cinco años juntos aún te sonrojas por decirte linda? – reí.
- Si. – Dijo sin sacar su rostro de mi pecho.
- Por eso te amo. – Besé su cabello.
Sentimos el llanto de un bebé.
- Será mejor que me levante a ayudar a Malena con Guillermo. – Dijo sentándose en la cama. – James le faltan un par de semanas en Rusia y la pobre no tiene quien le ayude.
- Ok. – reí.
Minutos después bajé y vi una escena muy tierna.
- Ya bebé, ya… - dijo Carina murmurando. Tenía a Guille en brazos dándole su biberón. – tranquilo ¿si?
- Gracias Carina. No sé como lo haces… - suspiró.
- Sólo tienes que tenerle paciencia. – sonrió dejándolo en su coche.
- Gabriel ya lo extraña, no ve las horas de volver. – Dijo Malena sirviéndonos café.
- Me imagino. – Reí.
- ¿Y ustedes? – preguntó Malena.
- Nosotros que. – Dijimos al unísono.
- ¿Piensan tener hijos verdad?
- ¿Qué? – Dijo Carina. Yo comencé a toser. – Sebastián ¿Estás bien?
- Si, si eso creo. – Dije recomponiéndome. - ¿Hijos?
- Es muy pronto para tener hijos Malena… - Dijo Carina.
- Aún no nos casamos. – Dije.
- Sería lindo que tuvieran un hijo. – Rió Malena.
Carina y yo nos miramos. ¿Realmente estábamos preparados para tener un hijo?
Antes de que dijera algo mi celular sonó.
- ¿Hola? – contesté.
- Sebastián.
- Jefe… ¿Qué pasó?
- Necesito que venga Carina y tú.
- Claro, en diez estamos allí. – Colgué.
- ¿Qué pasó? – dijo Carina.
- El jefe nos espera en la oficina. – Dije tomando las llaves del auto.
- Malena… El jefe nos necesita. – Dijo. – Cualquier cosa que necesites me llamas ¿ok?
- Claro. – sonrió.
Ambos nos subimos al auto y manejé hasta el edificio de la agencia.
Cuando entramos al ascensor todo estaba en silencio.
- ¿Sebastián?
- Si… mi amor. – La abracé por la espalda.
- A ti… te gustaría… - Dijo nerviosa. - ¿tener un hijo? – reí.
- Si, y más si es contigo. – Besé su mejilla.
- ¿Seguro? – preguntó.
- Claro. – reí. – además aún nos falta mucho para tener hijos. – iba besarla pero la puerta del ascensor se abrió en el 4º piso. Un hombre de traje entró.
Se veía medio raro. Su ojo izquierdo era de vidrio… Debía decir que me daba un poco de escalofríos. La puerta del ascensor abrió en nuestro piso y salimos de allí.
Abrí la puerta de la oficina del jefe y allí y vi a una chica, de cabellos pelirrojos, con una bonita figura…
*Narra Carina.
Lo primero que vi al entrar de la oficina del Sr. Williams fue la cabellera roja de una chica. Esta se giró y nos regaló una sonrisa coqueta.
- Los estábamos esperando… - Dijo el jefe.
- Buen día. – Dije.
- Buenos días. – Dijo ella.
- Quiero presentarles a Ivana Saccani. Ella será su nueva compañera para esta misión. – pausó. – Ivana ellos son Carina Zampini y Sebastián Estevanez. – Nos presentó.
- Un gusto. – Dijo mirando a Sebastián.
- El gusto es mío. – Dijo besando su mano.
¿Pero que demonios estaba haciendo?
- Oh, un placer conocerte. – Dijo mirándome.
-Igualmente. – Sonreí falsamente.
- Bueno para que nos llamó. – Dijo Sebas.
- Alejandro Ortiz está tras de un peligroso asaltante de bancos buscado por la FBI, por fraude, robo, asesinatos y violación, su nombre es Hernán Russo. Él necesita su ayuda, está trabajando desde hace días en este caso y ya tiene una idea de cómo más o menos atraparlo.
- ¿Cuánto nos pagaran? – preguntó Ivana.
- 20 millones de verdes. – pausó. – Para cada uno.
- Es justo. – Dijo Sebas.
- Carina, llama a Alejandro y arreglen con él para comenzar.
- Entendido.
Salí de la oficina de Williams y llamé Alejandro.
-Alejandro.
- ¡Carina! – Exclamó.
- ¿Cómo has estado? – Pregunté riendo.
- Bien, con trabajo.
- El jefe me informó de que estas detrás de Russo y nos mando a ayudarte.
- ¿Nos? – preguntó confundido.
- Si, Sebastián, una chica nueva y yo…
- Ah. – Dijo cortante. – Sigues con ese.
- Alejandro, por favor… - suspiré. – Después hablamos sobre eso.
-Ok, ¿Dónde nos encontramos?
- Te veo en la cafetería Martínez de Corrientes, en treinta minutos.
- Ok, los veo allí. – Colgó.
Di media vuelta para comunicarles a los demás donde nos encontraríamos, cuando vi a Sebastián recostado en la pared con una sonrisa coqueta en su rostro.
Me acerqué lentamente. – Oye Sebas cariño… - Dije con una sonrisa. - ¿podemos hablar dos segundos en privado?
- Claro. – Dijo…