27 ene 2014

Capitulo 2

 - ¡Gabriel! – Grité asustada, el se sobresalto. – ¿Qué es lo que ocurre?
 - Est… Est… Este – Tartamudeó - Es el hombre que asesino a nuestros padres. - Dijo con los ojos llenos de lagrimas.


  Arrebaté la foto que tenía en sus manos y la examiné, poco a poco los recuerdos comenzaron a llegar a mi mente.


                                                         - Flashback -


  Estaba en mi habitación llorando, con tan sólo 12 años tenía que aguantar las discusiones de mis padres cada noche. Mi padre volvía tarde a la noche y siempre con un olor extraño que precisamente no era alcohol. Mamá no quería saber nada de él, hasta trató de echarlo pero no lo consiguió.
Minutos después que la pelea terminase, mamá subió, fue hasta mi habitación y entró. Me arropó y dejo un dulce beso en mi frente. Luego fue hasta la habitación de Gabriel.

  Un ruido muy fuerte se escuchó en la puerta principal, Mamá volvió corriendo y le dijo a Gabriel que nos escondiera. Él me tomó rápidamente del brazo y me llevó hasta su habitación y nos escondimos en su armario. Dos ruidos muy fuertes se escucharon y el desgarrador grito de mi madre resonaba en mis oídos. Un par de lágrimas cayeron por mis mejillas. Luego se escucharon otra vez y un silencio espeluznante apareció.


 - Gabriel, ¿Qué sucede? – Dije sollozando.
 - Carina, pase lo que pase siempre te voy a cuidar… - Dijo tomando mi cara entre su manos.


  Unas pisadas se escucharon por las escaleras, Gabriel me hizo señas de que guardara silencio. La puerta de su 
habitación se abrió… me abrazó fuertemente. Él no se contuvo un estornudo y fue cuando se abrió la puerta del armario.

  Pudimos ver un rostro de un señor no tan grande. Su expresión era seria. En un movimiento rápido me tomó del brazo fuertemente sacándome del armario.


 - ¡Suéltame, suéltame! – Gritaba desconsoladamente mientras las lágrimas recorrían mis mejillas.
 - Tú te vienes conmigo. – Me dijo.
 - ¡Déjala! – Gritó Gabriel dándole un puñetazo.


  El hombre calló inconsciente, Gabriel me alzó rápidamente y bajó a toda velocidad por las escaleras. Cuando llegamos a la sala, pudimos ver la escena más trauman te de nuestras vidas… papá estaba tumbado boca abajo en un charco de sangre y mamá estaba tirada al lado del sillón toda manchada de sangre.

  - Mamá!!! – Grité desesperadamente. 

  Gabriel me alzó en sus hombros y salimos de la casa. Nos escondimos en la casa de la vecina del frente, Gabriel le contó todo llamaron a la policía. Cuando la policía llegó el asesino de nuestros padres ya no estaba.

  Desde ese día Gabriel con 16 años comenzó a trabajar para poder darme de comer. Luego entró en la agencia de espionaje donde pudo ganar un poco más y compró un apartamento a los 18 años. ¿Y yo? Yo nunca más volví a sonreír, para mí todos los días fueron grises y oscuros. Gabriel insistía en que vaya a la escuela, pero yo no quería. No tenía el valor de salir a la calle. Pase 2 largos años de mi vida encerrada en el apartamento, hasta que decidí dejar los recuerdos del pasado en el pasado y salir de esas cuatro paredes. Luego Gabriel me consiguió un puesto en la agencia.

                                                 
                                                        -Fin del Flashback -


  Mis ojos estaban inundados por lágrimas de dolor, por los recuerdos del pasado. Decidí doblar la foto y ponerla en el sobre.
Miré a Gabriel quien miraba por las ventanas ocultando sus lágrimas.

 - Gabriel… - Dije susurrando, él se volteó a mirarme. – Te quiero. – Le sonreí.
 - Yo también Carina. – Dijo abrazándome. – Tú siempre serás mi hermanita menor. – Me besó la frente.

  Gabriel arrancó el auto y fuimos a la dirección que el jefe nos había dado.
Cuando llegamos eran como las 9:00 de la mañana. Esa supuesta agente vivía lejos de la cuidad, era como un barrio privado con muchas casa lujosas, más de dos autos en los garajes, piscinas en los jardines, etc. Llegamos a la casa indicada. Bajé y toqué el timbre.

 - ¿Quién? – Me contestó una voz femenina del otro lado.
 - Carina Zampini. – Dije. La puerta se abrió.

  Gabriel y yo entramos. Era grande muy grande, llegamos hasta la puerta y Gabriel tocó el timbre. Y nos atendió una chica más o menos de 19 o 20 años.


 - Hola. – Dijo sonriente. – Pasen, los estaba esperando…